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Mensaje  Nimm♥ Jue Mar 08, 2012 7:49 pm

Loue, un chico de clase baja que estudia becado en una academia de biología, cae por accidente a través de un portal al infierno. Va a parar a la fuente del jardín de Belzaias, un conde de la nobleza demoníaca. El noble, al notarlo, decide quedárselo como sirviente pues le falta un humano en la colección. Prontamente ordena que quemen la ropa de Loue y que la cambien por algo más… servil.
La primera orden oficial del nuevo sirviente es llevarle el té a su dueño. Pero Loue, al no saber en dónde quedaba la cocina ni nada, pide ayuda de un joven sirviente llamado Carus. Carus lleva un buen tiempo trabajando en la mansión de Belzaias y nunca ha visto un humano, pero Loue le cae en gracia y decide ayudarlo con el té. Además, evita que quemen su ropa. De todas maneras Loue tuvo que cambiarse, así que daba más o menos igual.
Cuando Loue entra a la habitación de su amo con la bandeja de té, el demonio trata de aprovecharse de él sólo para descubrir que no puede. Ganas no le faltan (he’s horny) pero no puede. Simplemente no puede. Frustrado e intrigado, lleva a rastras a Loue hacia su extensa biblioteca- que en esos momentos era limpiada por Carus. En un libro lee la razón: una cláusula especial del código de normas angélico-demoníaco que prohibía a cualquier miembro de ambas especies copular con humanos, a fin de protegerlos y evitar horribles mutaciones posibles. Enfadado, tira todos los libros de la biblioteca al suelo y manda a Carus y Loue a recogerlos.
La ira de Belzaias crece cuando nota que sus dos sirvientes están riéndose a sus espaldas y los castiga: Carus va a parar a las mazmorras, para ser golpeado, y Loue debe recuperar un huevo muy especial que se encuentra en medio de las llamas eternas de una caverna. Sin embargo, el humano piensa que mientras más rápido logre recuperar el huevo menos sufrirá su amigo y se apresura. Sí, llega a recuperarlo, pero las quemaduras son demasiado graves y ha perdido mucha fuerza. Apenas sí se puede tener en pie.
Los otros sirvientes lo llevan de regreso a la mansión y comunican lo sucedido a su amo. Belzaias considera que, tal vez, ha sido muy duro con el humano. Algo inquieto, lo manda curar. A Carus no, puesto que es un demonio y curará rápido.
Apenas está bien, que es unas pocas horas, Loue va a visitar a su nuevo amigo a la enfermería. Carus parece dolido de ver que su amo mandó curar a Loue, pero se sobrepone y pregunta por el huevo. Mientras los dos charlan, Belzaias examina lo que su nuevo sirviente le ha traído.
Es un huevo especial, que contiene a uno de los dioses elementales de tiempos de antaño. Como un ave fénix, los dioses debían renacer cada cierto período de tiempo… Pero no lo hicieron, nadie sabía por qué. Ahora que tiene el huevo, el plan de Belzaias es hacerlo eclosionar (osea, que nazca) pero no está seguro de cómo hacer eso. En ese momento entra Loue, trayendo vino para su señor. Le comenta casualmente que, tal vez, sería buena idea tratar con un ave. Belzaias ve que la probabilidad de éxito es alta y le anuncia a su sirviente que irán en un viaje a las montañas para cazar un alcaparón azul de pico largo.
Los alcaparones son aves que pueden tomar formas y colores diferentes, pero se distinguen por su forma bastante redondita y por tener alas fuertes. Además, son considerablemente grandes cuando llegan a adultos. Casi del tamaño de una silla muy grande, o una mesa de pingpong muy pequeña.
Loue va de nuevo a contarle a su amigo lo que va a pasar. Carus ahora no puede ocultar su disgusto, pues él está enamorado de su maestro y le duele ver que saque de viaje a un humano al que apenas conoce de unos pocos días. Pero Loue le promete que no le dirá nada a nadie y que nada pasará, ya que Belzaias en realidad le da algo de miedo. Ya más tranquilos los dos sirvientes salen a preparar la mesa para el almuerzo y se encuentran con Luca, un duque muy amigo de Belzaias, que llega a pasar una temporada en la mansión.
Aunque es amable y bastante suave en sus maneras, a Carus no le gusta mucho el duque. En realidad lo odia, porque siente que siempre se está burlando de él. Pero Loue siente que es un gran cambio cuando el duque lo saluda y le pregunta cómo está. Luca tiene la inocente costumbre de acariciar las cabezas de sus subordinados, que para un humano puede ser hasta normal pero para un demonio sensible como Carus era una llamada incitante.
Loue, en una conversación con Luca, se entera de que Belzaias puede hacer viajes a voluntad al mundo humano y que en realidad tiene negocios ahí. Pero el humano no se hace ilusiones, porque su amo nunca lo liberaría.
En vista de que el viaje es inminente, Belzaias ordena a Carus cuidar de Luca y parte con Loue camino a las montañas.
El viaje ocurre sin mayores problemas, con una parada en la ciudad para marcar a Loue como esclavo oficial de Belzaias. La marca es un tatuaje distintivo en el cuello, que el humano toma sin quejarse- ya resignado a no volver de nuevo a la tierra. Después de todo no tenía familia, amigos o un buen trabajo, y su casa era una choza miserable comparada con la habitación de sirviente que tenía ahora. La tatuadora, un ángel caído, le cuenta la historia de cómo ella se había enamorado de un demonio que la había abandonado y le advierte sobre los peligros de caer por un demonio. Loue asiente, pero sin mucha convicción y prosiguen el camino al día siguiente.
Ahí es cuando Belzaias descubre las maravillas de la tecnología cuando Loue le pone un concierto de Mozart en su mp3. Por supuesto, decide quedarse con el aparato.
Ambos suben la montaña y llegan a la guarida del alcaparón, que está llena de los cristales que son sus huevos. Atraen al ave madre con comida y Loue trata de atraparla en una red, pero al ser atacado por el ave Belzaias se pone en medio y termina siendo herido él. De todas maneras, atrapan al ave.
Pero Loue nota que uno de los huevos se ha abierto y que de él sale una bolita plumosa y azul –que está convencida de que Loue es su mamá, y Belzaias su papá-, le ruega a su amo que se lleven todos los huevos. Belzaias acepta a regañadientes y Loue baja con todos los huevos en cuestas y con Snipy, su “hijo”, en un hombro.
En medio del camino Loue se ofrece a curar a su amo y éste acepta, advirtiéndole sin embargo que no pruebe nada de su sangre porque es tóxica. Loue hace lo mejor que puede para obedecer, pero por un accidente una gota le cae en la boca y se intoxica.
Cuando parecía que nada de lo que hacía Belzaias funcionaría, dentro del carruaje irrumpe un ángel de la guarda llamado Leo. Básicamente es una versión malhumorada y alada de Loue, que le tira una botellita a Belzaias diciéndole que es el antídoto. El demonio se lo hace beber a su sirviente, que se cura. Leo llena un formulario que hace firmar a Belzaias, para constatar que se haría cargo de lo que le pasara desde entonces, y se va. El dúo sigue sin mayores complicaciones hacia la mansión, parando a descansar una noche en una ciudad. Ahí Loue habla de su deseo de poder volar, y Belzaias siendo un demonio alado decide llevarlo a tomar una vuelta. Aunque le duele un poco, pues tiene una lesión de la antigua guerra, ambos recorren una buena distancia.
Y es que en ese viaje, Belzaias se había dado cuenta de lo diferente que era tratar con un humano. Con Loue tenía que ser más suave, tanto como lo era su sirviente con él. El demonio admite para sí, mientras están echados en la cama del hostal de esa ciudad, que tal vez su humano le empieza a caer algo bien. Pero sólo un poco.
Durante todo ese tiempo, Carus y Luca han estado viviendo juntos. Lentamente Carus empieza a convencerse de que Luca no es tan malo así, pero aún le tiene algo de recelo. Sin embargo le parece extraño que hasta ese día el duque lo hubiera tentado tanto y sin tratar realmente de aprovecharse de él, así que un buen día cuando el duque está leyendo en la mañana en su habitación, Carus va y le pregunta.
Luca se toma la curiosidad del otro como una petición, aunque él realmente quería, y comienza a seducirlo. Carus, reluctante al inicio, se da cuenta con sorpresa de que Luca es completamente diferente en la cama a su amo Belzaias. El conde toma lo que quiere, casi abusando de los sirvientes, pero Luca es suave y muy gentil. Cuando terminan Carus se va, algo confundido, y Luca no trata de detenerlo.
Más adelante se encuentran en uno de los jardines, donde Carus pregunta de broma si Luca no será tan bueno con él porque le gusta. Pero el duque no responde, y más bien pregunta qué pasaría si así fuera. Carus se sorprende, diciendo que no se supone que un noble se enamore de alguien como él, y que además él está enamorado de su amo. Es un golpe duro para el duque, pero se traga el disgusto y sonríe prometiendo que no le contará a nadie. Aunque Carus se siente mal, porque ahora sabe que Luca realmente lo quiere, el duque le pide que si lo incomoda no hable más de eso y que sólo lo deje estar a su lado.
Los días pasan a buen ritmo luego de ese incidente, llegando Belzaias y Loue con los huevos. Enseguida instalan un granero para las aves, pero al tratar de hacer que el alcaparón madre empolle el huevo fallan miserablemente. Loue delibera, diciendo que puede ser porque el huevo no huele como uno de los suyos. Luca, siendo un científico, se ofrece a destilar la esencia del alcaparón de una de sus plumas para así engañar al ave. Belzaias le concede el permiso, y el duque se pone a trabajar.
Mientras Loue le cuenta a Carus sobre su viaje, una rica carroza blanca para al frente de la mansión. De ella desciende el Rey de los Demonios del Norte, un demonio de apariencia infantil llamado Verin que puede, sin embargo, cambiar de forma a voluntad. Lo sigue de cerca Santiago, su mayordomo y médico de cabecera.
Las visitas de Verin siempre le son incómodas a Belzaias, porque ambos se odian y el peluche de conejo que lleva Verin a todas partes le parece algo extraño, pero tiene que acatar. Los dos demonios, acompañados de Luca, se reúnen a tomar el té y Verin expresa su preocupación ante una guerra inminente. Los demonios de oriente parecen estarse preparando para entablar una guerra contra los de occidente, y a Verin le preocupa el impacto que pueda hacer esa guerra considerando que su reino se está recuperando de una guerra también. El conde y el duque han oído también los rumores, pero no consideran que sean algo muy preocupante. De todas maneras, Verin les aconseja que se mantengan alerta. Luego la reunión se acaba y el rey se retira a jugar, demandando un compañero de juegos.
Belzaias, sin pensar mucho, escoge a Carus para que vaya. El sirviente se sorprende al ver que el rey realmente quiere jugar, pero a las muñecas y a la guerra y a la fiesta de té. Mientras organizan una enorme batalla con conejos de peluche y soldados de madera, el rey expresa su contento de tener al fin alguien que pueda jugar con él como quiere.
En la fiesta de té en honor a los vencidos en la guerra, Carus toma el rol de un rey que discute negocios con Verin. Así se entera de la amenaza inminente de guerra por oriente, y de la algo peligrosa confianza de Verin en poder vencerlos con la debida prevensión. El juego pronto se termina y el rey exige ir a ver los jardines, así que Carus lo lleva.
En el jardín, Verin cambia a su forma adulta y se queja nuevamente de que nadie quiere jugar con él. Carus sugiere que tal vez es que no está jugando al juego correcto. El rey pregunta si es que no habrá un juego para adultos que él no sabe, y ordena que se le enseñe. Carus está algo nervioso, pero de todas maneras ayuda a su rey a descubrir placeres más refinados.
Verin se lo toma a bien, realmente le encanta, pero Carus le dice que es un juego secreto y que no debe contarle a nadie. El rey acepta, agradecido, pero también decidido a probar con todos los miembros de su corte.
Entretanto, Belzaias decide ir a pasear con Loue y Snipy al bosque. El cielo abierto le da ganas de volar de nuevo y carga a su sirviente para llevarlo con él. Surcan los cielos, esquivando árboles y bañados en luz, pero un mal movimiento causa que Belzaias pierda el control y empiece a caer en picada. Preocupado más por Loue y Snipy que por él, el demonio voltea de manera que todo el golpe recae en sus espaldas rompiéndole las alas. Sobrepasado por el dolor, el demonio se desmaya mientras que Loue desesperado manda a Snipy a por ayuda.
La noticia llega a la mansión un par de horas luego. El mismo rey toma las riendas de su carruaje para ir a por Belzaias, aunque maneja horriblemente, y en poco tiempo están de vuelta en la mansión. Loue se siente tan apenado que ni siquiera puede mirar a Carus, quien está lleno de angustia por su amo. Quien atiende a Belzaias es Santiago, que tras determinar que sí vivirá le prohíbe volar o esforzarse demasiado por un buen tiempo. El médico sale y Loue entra a la habitación para ver a su amo, que lo llama para decirle que no vaya a creer que todo eso es su culpa. Carus escucha el cariño con el que Belzaias le habla al humano y se deprime, decidiendo dejar la mansión. Entretanto Verin se ha llevado a Santiago al carruaje, para enseñarle el juego nuevo que ha aprendido.
Cuando el rey vuelve, tiene una conversación con Carus y le aconseja que escuche a su corazón y mejor se vaya con Luca. Luego Verin y Santiago siguen su camino, dejando a Belzaias para que se recupere. Luca sigue con sus estudios y Carus y Loue con sus roles de sirvientes.
Pasa un tiempo, en el cual Belzaias va recuperándose. Por ese entonces Luca había terminado de destilar la esencia del alcaparón, pero seguía trabajando. Carus se entera de que Luca estudia los efectos diferentes que tienen la sangre de los demonios, y se ofrece a ayudar en los experimentos. Luca sonríe, feliz por tener una excusa para escribirle más seguido, y pide permiso a su amigo convaleciente. Belzaias acepta de todas maneras, ya estando un poco mejor, y ambos van con Loue al granero de los pájaros para probar la esencia. Funciona perfectamente y el alcaparón empieza a empollar el huevo como si fuera suyo.
Loue regresa a la mansión a contarle a Carus el progreso, pero mientras conversan irrumpe por la ventana una linda angelita de cabellos celestes y ropas de maid, aparentemente llamada Crystal o algo así. Ella les dice que está buscando a su hermano, Verin, porque está asustada de que los demonios de oriente también amenazan de guerra a los ángeles. Carus le dice que mejor se llama y ella dice que se puede disfrazar, quitándose la ropa y revelando que en realidad es un chico. Ante la sorpresa de los chicos ella esconde sus alas y su halo y se pone ropa de sirviente, perdiéndose luego por la mansión.
Carus le dice a Loue que él tendrá que encargarse de cuidar muchas cosas ahora que Carus se va a ir. Loue está triste por la decisión de su amigo, pero lo entiende. Carus sale y le cuenta sus intenciones a Luca, que se preocupa por él. El duque le ruega que le deje interceder a su favor en frente de Belzaias, y Carus acepta. En realidad, el sirviente se siente asustado de partir solo.
Cuando dejó su pueblo, años atrás, Carus se perdió en un camino y un animal salvaje lo atacó. Así, herido, Belzaias lo había encontrado y tomado a su servicio. Ir por ese camino lo aterraba, pero también sabía que debía hacerlo. Luca le pide que también lo deje partir con él, pero Carus se niega.
Un par de horas luego, Luca habla con Belzaias sobre la libertad de Carus. Belzaias, malvado, le dice que aceptará con una condición secreta que involucra a Luca. Él acepta, sin saber que la condición es que el duque torture con el látigo a Carus. Cuando se entera de lo que ha de hacer Luca quiere negarse, pero Carus le pide que no lo haga. Así que Belzaias reúne a Luca, Carus y Loue en una mazmorra para hacer constar que su decisión se respete.
Luca hace lo que tiene que hacer, luchando para no detenerse ante los gritos de Carus y la mirada sorprendida, desaprobadora, de Loue. Finalmente deja caer el látigo sobre el cuerpo inerte de Carus y sale de la habitación, dejando a Belzaias solo con Loue.
El amo se da cuenta de lo estúpido que fue hacer eso, sobretodo por la mirada que le da Loue antes de ir a socorrer a Carus. Deprimido pero orgulloso, va a encerrarse en su estudio a beber y pensar. Luca, por otra parte, se va solo al bosque a pensar llevando consigo un libro de poesía.
Carus recobra la conciencia unas horas luego y pregunta por Luca. Loue no lo ha visto en un buen tiempo y Carus tiene un mal presentimiento, así que trata de levantarse para ir a buscarlo pero no puede. Crystal se presenta entonces con unas muletas y le dice para dónde se fue Luca. El sirivente enfila para allá, mientras Loue va a buscar a Belzaias.
Cuando Carus entra al bosque, nota lo oscuro que es. Sin embargo tiene un mal presentimiento, y vaga llamando a Luca hasta que se pierde. Se desespera y resbala, cayendo entre unos arbustos y llamando con un grito al duque.
Luca estaba parado al frente de una alta pendiente, decidido a tirarse por ella. No podía vivir con la idea de que le había hecho daño a Carus, de que éste podría no mejorar. El libro que tenía en manos, el de poesía, era el último que planeaba leer. Pero un grito le llama la atención y va, encontrando a Carus muy asustado. El duque lo abraza, calmándolo y disculpándose por haberlo hecho pasar por todo eso. Carus le pide que no lo deje, y que viaje con él, y Luca accede. Ambos regresan a la mansión, decidiendo partir al día siguiente.
Luca deja a Carus en su habitación y va a empacar sus cosas también. En el granero se encuentra con Belzaias, quien está trabajando con Loue. Ambos demonios se pelean seriamente al frente del asustado humano, pero cuando ya tenían todo revuelto y estaban ambos en el suelo por los golpes Belzaias se disculpó y Luca aceptó los motivos. Loue los deja solos para que conversen y ambos demonios van a la habitación del conde, donde Luca empieza a intuir que a Belzaias puede gustarle Loue.
El conde lo niega muy enfadado. Luca entonces le pide una galleta y Belzaias se niega con más fuerza, porque sus galletas son las mejores del mundo y no las da a la ligera. Pero Luca logra convencerlo y le dan una. Luego el duque se va y deja a Belzaias bebiendo vino.
Pero Belzaias bebe un poco más de lo necesario, y en mitad de la noche despierta a Luca con un alboroto embriagado de frases confusas. Que Luca estaba muy bueno y que quería besarlo pero que al que amaba era a Loue y que quería casarse con él. Consciente de que Belzaias no va a calmarse así como así, Luca llama a Loue.
Belzaias se le propone al humano luego de besar a Luca. Loue acepta, sin saber qué demonios pasa, y Belzaias pierde el sentido muy feliz. Loue se vuelve a dormir, sorprendido, y Luca se encarga de desvestir a su amigo y dejarlo en la cama
Al día siguiente, Belzaias tiene una resaca maldita y no recuerda nada, pero está lo suficientemente bien para desearle suerte a Luca y Carus en su viaje. Loue también lo hace, diciendo que realmente extrañará a Carus, y hasta Crystal se aparece por ahí para desear suerte y dar angelicales consejos dejando a Luca y Belzaias preguntándose de dónde había salido ese sirviente tan extraño y que olía a canela.
Tras la partida de Luca y Carus, Belzaias decide tomar control sobre sus emociones hacia Loue y lo invita a un viaje al mundo humano. También se siente curioso por saber cómo vive allá arriba su humano- seguro es toda una mansión.
Suben, pues, al mundo humano, y Belzaias queda indignado de lo miserablemente que vive su querido humano. Pero también lo entristece ver lo mucho que Loue parece extrañar poder estudiar biología, y caminar por el parque descuidado de su hogar. Le pregunta si no prefiere quedarse, que si desea Belzaias lo liberará. Pero Loue sonríe y se niega, y eso hace enormemente feliz a Belzaias. Sólo hay una cosa que el humano le pide, y es poder estudiar la flora y fauna del mundo demoníaco. Claro que Belzaias acepta, y lo lleva a comer a un restaurante junto con Snipy.
Tras la comida, ambos salen a pasear por la ciudad. La gente los mira, pero a Loue no le importa mucho. El que parece algo molesto es Belzaias, que se pone a espantarlos. Entonces anochece, y se ven las estrellas. Belzaias está maravillado por la belleza del cielo, ya que en el infierno no se ven las estrellas.
Luca y Carus tienen un tiempo difícil en el camino. En el carruaje, Carus notó con horror que la bestia que lo había atacado años atrás lo persigue. Luca la ahuyenta, pero el miedo no se le va al pequeño demonio. A partir de un trecho ya no pueden seguir a carruaje y tienen que ir a pie, pero se alegran al ver que al final de la rocosa pradera que tienen que salvar se haya una aldea en la cual pueden descansar.
Pero a mitad de camino cae la noche, y la bestia los ataca. Carus no puede huir, tal es el miedo que tiene, así que Luca se pone a actuar de escudo y la bestia no hiere ni una vez a Carus. Enfadada pero paciente, la bestia huye y Carus trata de ayudar a Luca.
Luca trata de evitar que Carus se le acerque, pero es muy tarde. Y es que la sangre de Luca es una droga atrayente y adictiva, y apenas Carus siente el olor empieza a lamer de las heridas de Luca y las toxinas hacen efecto.
Haciendo un gran esfuerzo, el duque logra llegar llevando a Carus con él a un hostal de la aldea. Una muy amable señora los recibe, alarmada por verlos así, y empieza a curar a Luca. Pero Carus, desesperado por beber más de la sangre del duque, empieza a jurarle amor eterno mientras le ruega que le dé al menos una gota más.
Luca se habría abierto las venas para no ver sufrir a Carus, pero sabía que sólo decía esas cosas en efecto de la droga. La señora se lleva al demonio y lo encierra en un cuarto mientras regresa a vendar a Luca. Las marcas levemente luminosas en la piel del duque revelan su condición noble, que sorprende un poco a la hostelera, pero Luca pide que no le de importancia.
En su desesperación, Carus ha estado golpeando la puerta con la cabeza hasta llegar al punto de romperse uno de los cuernos. Para evitar que se siga haciendo daño y esperar que pase el efecto de la droga, Luca noquea a Carus y luego de curarle bien el cuerno va a darse un baño en la planta baja del hostal.
Y esto, damas y caballeros, es lo que ha pasado hasta ahora.
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