Libro I: Los Pilares del Imperio

-Oh ya veo...con que eso es lo que piensas...Pues está bien. Sólamente te digo que tener un hijo es una de las grandes dichas que los dioses me han permitido disfrutar. Pero la vida en familia no es para todos.-
Pero claro, no iba a dejar el tema tranquilo.
-Y hablando de eso, Vinicius, si no tienes mujer y tienes aprendices...Entonces se puede decir que muchas veces sucumbes a ciertos placeres?-
Se acercó más a su amigo, dirigiendole su copa a los srivietntes. -Déjennos a solas!- Les ordenó, mirando a los sirvientes irse de la habitación.
-Que decía? Ah si, pues, cuéntame? Ya que no existe hombre capaz de negar su naturaleza.-

(he's turning gay, turning gay WO-WOOOOH WO-WOOOH turning, turning, turning, turning, turning gay *and all the ungay is melting away*)

El senador se encontraba a la mitad de un delicioso pan cuando la pregunta de su amigo le llegó a los oídos. Se las arregló para no atragantarse pero de todas maneras levantó la vista hacia Aelius, notablemente asombrado. Bebió un poco más de su vino para pasar bien el pan.
-Hombre, tanto así como sucumbir... pues...- Y si sí lo hacía? No era que a veces se quedaba admirando la belleza y la perfección de sus alumnos, obnubilado por unos segundos? Pero lo atribuía a una inclinación normal hacia la estética, no a una atracción de esa clase.
Y luego estaba, claro, cuando era joven... Pero eso era una tontería. Además no había nada de malo en experimentar cuando no se tenían responsabilidades pesadas como las que ahora portaba sobre los hombros.
-Realmente, amigo, que apenas sí tengo tiempo de pensar en esas cosas. Al menos últimamente- le respondió con sinceridad y algo incómodo. Y bueno, es que esas cosas a nadie le interesaban.

-Oh bueno, hablas con la verdad, al parecer...- Se acercó un poco más. -Pero también puede que no te des cuenta de las necesidades de tu propio cuerpo, amigo Vinicius...-
Le agradaba que su amigo fuera tan correcto y centrado en sus deberes, como no muchas personas que ocupaban puestos similares, pero pensaba que tenia que relajarse un poco.
"Que tan buena fue la vida no se mide por la cantidad de años, sino por la calidad de estos. De nada sirve vivir 200 años si no lograste mérito para ti mismo y tu familia, honor por tus acciones y la patria, y...desde luego, disfrutar la mayor cantidad de placeres sin poner en verguenza a tu familia." Esas eran las sabias palabras de su abuelo, que repetía sin cesar. Y era mejor hacerle caso.
-No se tu, pero yo si lo escucharé...- Dijo, poniendo abajo su copa y quitandole el resto del pan de la mano a su amigo, para luego tomarlo de las muñecas y terminarlo de acostar en el piso.

(not a single straight gene on his DNA CUZ HE'S TURNING. TURNING, TURNING, TURNING, TURNING GAY)

Por muchas razones el pan era la comida favorita del senador. Porque iba bien con el vino, porque era simple y fácil de conseguir, porque hasta él mismo podía hacerlo en los hornos de sus cocinas, porque había de miles de formas diferentes, dulces y salados, grandes y pequeños, en hogazas simples o adornadas trenzas... En fin, porque nunca lo aburría.
Por eso se concentró en su pancito cuando Aelius se le acercó más, algo más incómodo que antes. ¿Qué pretendía? De todas maneras no había ido para discutir cosas personales, sino más bien... Oh bueno. Ahora estaba en el suelo.

Consideró la posibilidad de forcejear. La descartó. No tenía ni una chance contra Aelius. Así que dirigió la mirada a su pan, ya fuera de su alcance.
-Suéltame, Aelius, no es divertido- protestó por decir algo.

-Oh, pero claro que no es divertido...todavía.- Aelius se inclinó para besar el cuello de su amigo.
-Espera a que lleguemos a la parte entretenida, y allí le pedirás a los dioses que no me detenga...- O al menos ese era su plan.
Pero sea el dios que haya sido, no estaba en los planes que Aelius consumara su lujuria, ya que justo antes de que el general tomara los labios del otro, un sonido se dejó escuchar en la puerta de su casa.
-Marcus, ve directo a repasar lo que te enseñé hoy.- Dijo una voz masculina, seguida por la conocida voz de su hijo.
-Si. Pero tengo hambre...-
Aelius dejó ir al otro hombre, sentándose erecto y esperando por el chico. -Lo siento, Vinicius, será otro día.- Bromeó.
Unos segundos luego, un niño de unos 10 años entró en la habitación, sonriendo brillantemente hacia su padre.
-Padre, hola! Llegas temprano...Ah, buenas tardes, señor mio. Es bueno tenerlo en nuestra morada.- Habló el niño, sentandose también en la mesa mientras tomaba un pan y lo acompañaba con un poco de gachas.

Mmm, hace mucho... desde nunca que... bueno, no recordaba sentir a alguien tan cerca desde hace un largo tiempo. Tal vez siempre. No, no siempre, había habido una época en la que sí. Cuando aún era un estudiante. Realmente no había pasado tanto tiempo, pero para él las memorias de ese tiempo sin responsabilidades se le borraban por el peso de su trabajo actual.
Iba a dejarse, por supuesto, sólo necesitaba un pequeño estímulo... Hasta que escuchó las voces del exterior y su amigo se separó de él. El cónsul se levantó también, algo decepcionado pero más que nada avergonzado. Ahora que razonaba el momento, había resultado un poco humillante. Pero, con su habilidad de siempre, decidió guardar las formas. Más que nada por Marcus.
-Buenas tardes- saludó con una sonrisa, volviendo a tomar su pedazo de pan para comérselo al fin. -¿Hace cuánto tiempo que no te veo? Siento que estás más alto.

Marcus le devolvió la sonrisa al amigo de su padre, mientras terminaba de pasar su bocado.
-Pues...no es tanto tiempo, señor. Tal vez unos meses?-
-La última vez que nos visitaste, Vinicius, fue por el aniversario de la muerte de Fulvia. Le diste tus respetos en su tumba y luego te quedaste conmigo toda la noche, recuerdas?- Dijo, un poco más serio. Marcus miró curioso al otro adulto, tal vez por el significado oculto que había en las palabras de su padre? Eso no lo sabía, no creía que su padre, el gran Aelius, durmiera con hombres...no como lo hacía su maestro.
"Mi maestro...dice que dentro de dos años debo de compartir su lecho...No! Es ridiculo..." Pensó, negando con la cabeza y buscando otro tema.
-Amm, disculpe, nunca le he preguntado...usted conocía a mi madre cuando estaba en vida?-

-Lo recuerdo...- contestó el cónsul, sirviéndose carne. La carne también le gustaba, y el sabor salado le quitaba los nervios. A santo de qué tenía Aelius que hacer salir el recuerdo de esa noche?
-Y sí, Marcus, tuve el honor de conocerla. Era una gran mujer. Puedo recordar aún el día de la boda- le contó con una sonrisa, bebiendo algo de su vino.
Ella era realmente preciosa. No se sorprendía de que Aelius la hubiese escogido, siendo ella una mujer tan juiciosa, gentil, de tanto valor... Su muerte había sido un golpe muy duro para todos los que la conocieran, incluyendo el cónsul- que en esas épocas era más joven y menos importante. Su vida era, también, más tranquila.

(nada pasó esa noche 8D....pero eso no lo sabe Vinicius -w- hagamos un flashback?)

-Si...era una gran mujer, tu madre, Marcus. Cuando murió tu eras muy pequeño para recordarla, pero se que la hubieras amado.- Todos la amaban, de tan gentil que era.
Aelius tomó de su copa de vino, quedandose en silencio y pensativo.
-Te he dicho, Marcus que...-
-Si, padre, que mis ojos son tan claros y transparentes como los de mi madre, tanto que parecen agua reflejando el cielo.- Se lo sabía de memoria. Aelius dejó escapar una pequeña risa y dejó su copa en la mesa.
-Solo eso heredaste de ella, hijo mio, por lo demás te pareces a tu padre! Y eso es bueno, ya que serás el proximo general del ejercito! ...Claro, si trabajas y te esfuerzas. Pero en fin...Vinicius, gracias por estar siempre conmigo...cada aniversario...-

(seps, Vinicius no sabe 8D no recuerda....~ yay flashback!!)

Vinicius observó a Marcus una vez más. Sí, tenía los ojos como los de Fulvia. Eran una belleza, raros de ver.
El cónsul, cuando estudiante, había tenido la oportunidad de observar gente de toda raza y sexo. Los ojos de la esposa de su amigo eran únicos, y el hecho de que ese rasgo viviera en su hijo era, de cierta manera, consolador.

-No puedo hacer menos por un amigo como tú- le sonrió al general, terminando su pedazo de carne y limpiándose las manos. Aunque no recordaba nada... habría bebido algo ese último aniversario? Probablemente sí. En esos últimos tiempos no tenía la misma resistencia al alcohol que antes. Sería la falta de costumbre.

-Fue...una noche memorable, si entiendes lo que quiero decir, jaja.- Lo estaba molestando. Bien sabía que a la mañana siguiente su amigo se habia frikeado* porque no recordaba nada a causa del licor.

FLASHBACK

Era una tarde tranquila. Su hijo estaba en la casa de sus suegros. Una vez al año, en el aniversario de la muerte de su esposa, sus suegros pedían que Aelius les enviara a su nieto, ya que era una manera de recordar a su hija. Y el padre, ya que estaba solo, se volvía más vulnerable.
Allí era cuando su amigo, Vinicius, lo venía a acompañar con una botella de vino en la mano.
-Vinicius...dame otra copa...- Dijo, serio, mientras estaban juntos en la mesa de banquetes, con la botella apenas comenzada. -Siete años, Vinicius, siete han pasado desde que ella me dejó solo criando un hijo. Me pregunto si...si estuviera viva, estaría orgullosa de lo que he logrado...-

(se me olvidó el pie de pagna XD *Frikiar es una palabra aprobada por la rae! ....... asi que se vale -w-)

( adding words to the RAE like a sir)

*flashback indeed*

Cómo habría podido negarse? Ese día, Vinicius apartó cualquier otra cosa que tuviera que hacer para acompañar a su amigo. Él también se dolía de la muerte de Fulvia, incluso después de todo ese tiempo. Le sirvió el vino pedido, pasándole la copa con cuidado para no derramar nada. Era un vino muy bueno.
-Claro que estaría orgullosa, amigo. Marcus es un niño brillante, educado, respetuoso. Justo como su madre. Nadie podría haber hecho un mejor trabajo criándolo que tú- le aseguró, sirviéndose a sí mismo una copa.

Cada aniversario, Aelius le daba libre a sus esclavos, y solo pedía que le dejaran en la mesa copas y muchas botellas de vino. No quería que nadie lo viera asi...solo Vinicius.
-Gracias, amigo...De verdad espero hacer un buen trabajo.- Se acercó la copa a los labios y tomó casi la mitad. -Ese niño es como su madre...gentil, pasivo...se que no servirá para el ejercito, eso lo sé. Pero no va de menos entrenarlo para que sea más fuerte... Vinicius toma más vino! Anda! Que hay bastante!- Dijo, tomandose la otra mitad de la copa.
-Espero criarlo bien...Amigo, su muerte fue todo mi culpa...mi culpa...la dejé morir...- Sucedió un dia que Aelius regresaba de una larga campaña. Esa tarde rgresó en su caballo y sabía que unos mercenarios lo habian seguido hasta su hogar, pero al ver a su esposa, radiante por los rayos de sol y su recientemente descubierto embarazo de 4 meses, salir a recibirlo con los brazos abiertos...simplemente lo olvidó todo. Bajó de su caballo y corrió hacia su esposa...solo para verla caer por una flecha que habia disparado uno de los enemigos.
En un ataque de ira, de alguna manera por la fuerza que le dio Apolo, logró matar a aquellos hombres pero la vida de su esposa y su futuro hijo nunca serían recuperadas.
-Si tan solo...los hubiera matado antes...-

-Vamos, no hables así. Sabes bien que no fue tu culpa.- Vinicius bebió más vino, para agradar a su anfitrión, y estrechó afectuosamente el hombro de su amigo. No le gustaba verlo tan decaído, no era normal en un valiente general del ejército como él.
Era verdad que, según lo que Aelius le había contado, aquellas muertes podían haberse evitado... Pero volver a abrir la herida no hacía ningún bien. Fulvia estaba ya en el inframundo, y nada podía hacerse para regresarla. Ningún alma mortal volvía de ese lugar.

-No te desesperes en lo que pudo ser, Aelius, tú que siempre controlas muy bien lo que será.-
Vinicius le echó una mirada a todas las botellas de vino en la mesa. Terminarlas todas no sonaba como una buena idea, pero era inminente. Ya conocía a Aelius, cuando se ponía así... Todos los años.

-Oh Vinicius...Vinicius, mi amigo...si hubieras visto su rostro al verme regresar por fin...- Volteó hacia el suelo, y acto seguido, volvió a vaciar su copa.
-Bebe, amigo, bebe! Que esta noche, aunque hecha para recordar, lo único que deseo es olvidar...Oh vida mia! Oh desgracias!- Decía, mientras se servía más vino...pero luego percatandose que esa botella estaba vacía.
Gruñó y tomó la botella que estuviera más cercana, quitandole el corcho y sirviendose en su copa hasta el tope.
-Solo tu, compañero, solo tu sabes como apaciguar mis iras y rabias. Por eso es que...confio en ti. No quiero recordar su angelical rostro, tu eres todo lo que necesito!-

Así, pues, no quedaba más opción que beber. Vinicius pensó en su poca tolerancia al alcohol, en lo tarde que se hacía, en que mañana era un día hábil y en que no podría levantarse hasta al menos las tres de la tarde. Pensó en Aelius, enterrado en su luto y lleno de remordimientos.
Terminó su copa y se sirvió más.

-Para qué están los amigos, si no?- le sonrió al general, tragándose su vino de una. Sintió ya un ligero mareo al hacerlo tan abruptamente, pero era la única manera de pasar tanto alcohol. Esperaba, tal vez, poder distraerlo de sus penas conversando con él. No se le ocurría, sin embargo, ningún tema de conversación que no sonara demasiado desviado del ambiente. Y como no quería sonar a que forzaba algo, simplemente se mantuvo en silencio y se sirvió más vino.

Los hombres siguieron bebiendo en silencio por un rato. Solo respirando y bebiendo, aunque Aelius un poco más que su amigo.
Ya el general no quería saber nada de su pasado o como había llegado allí, asi que terminó su copa y destapó la tercera botella de vino, sirviendose otra copa más y bebiendo.
-Sabes, Vinicius...luego de terminar la quinta botella, te llevaré a compartir mi lecho y no podrás decir que no. Te quiero todo para mi.- Le dijo, mirandolo a los ojos seriamente.

Oh no, ya empezaba con eso de nuevo. Como cada vez que bebían. Vinicius le echó una mirada a la mesa, contemplando la alarmante falta de botellas para llegar a la número cinco.
-Ahm, Aelius, realmente no sé...- Dónde quedaba toda su elocuencia de senador? En cualquier otra situación habría podido manejarse perfectamente. Pero Aelius lo ponía nervioso. Realmente sentía que no debía negarse... y sin embargo lo seguía haciendo.
Giró un poco la copa en la mano y terminó el poco vino que había en ella, sirviéndose más. Unas onzas más de las que generalmente se servía. Casi desbordó la copa, y tuvo que inclinarse sobre la mesa a beber un poco del vino antes de levantarla para que no se chorreara.
-No creo que sea buena idea.-

Aelius miró con algo de interés a su amigo. Un reto! Acaso lo estaban retando? No hay nadie quien le ganara al magnissimus Aelius!
-Oh, no es una buena idea...pero por eso es tan divertido, amigo mio.- Volvió a terminar su copa y la dejó en la mesa.
-Ven, te ves provocativo...Siempre te lo he dicho!- Tomó la copa del otro y le dio unos sorbos, con todo el irrespeto del mundo, luego tomando a su amigo de la barbilla y besándolo suavemente.
-Siempre...te lo he dicho...- Lo repitió, mirandolo a los ojos con el ceño fruncido.

-Cuánto has bebido? El alcohol es quien te mete las malas ideas a la cabeza- replicó Vinicius, avergonzado por el beso pero no dispuesto a dejarse llevar tan fácil. Se apartó un poco de Aelius (aunque aún quedaba a su alcance, por más que quisiera no podía irse del todo), recordando que no había nadie más en la casa que ellos dos. Vaya situación para más difícil.
-Y yo no soy "provocativo". No sé de dónde sacas eso- le soltó, un poco indignado pero también halagado. Por más que le hubiera perdido la costumbre al arte de encantar físicamente, el senador no se consideraba ofensivo a la vista. Y cosas como esa, aunque inusuales, le hacían recordar que podía verse bien. Sólo que el día a día no lo dejaba notar, tan enfrascado como andaba en sus labores, y más en esas épocas de nuevas alianzas.

-Lo eres...- No iba a dejar que se escapara tan facilmente. No este año!
-Tus labios...tus ojos audaces, la manera prudente en la que hablas...es como si estuvieras hecho para atraerme.- Se acercó más a él, besándolo de nuevo mientras lo tomaba de los hombros para que no opusiera resistencia.
Este beso duró mucho más tiempo, fue mucho menos lento y sensible, más lleno de pasion en sus movimientos.
-Nnn... Deja el vino atrás, amigo. Caminemos hacia mi lecho, y luchemos hasta que alumbren los primeros rayos del sol. Sabes bien que lo deseas.- Lo miró con lujuria, mientras trataba de no cerrar los ojos y dormir.

¿Qué puede hacer uno si lo sujetan así? Vinicius se dejó besar, demasiado sorprendido para responder pero lo suficientemente convencido como para no defenderse. Cerró también los ojos, dejándose derrotar. Tal vez era ese el año en el que debía ceder finalmente a sus deseos.
Volvió un poco en sí al escuchar la propuesta de su amigo, que ahora tenía un matiz de orden. Se tomó su tiempo para responder, mordiéndose suavemente la lengua, intentando ocultar lo dispuesto que estaba en ese momento.
-Es... es todavía un poco temprano, no?- Y no cedió. Bueno, no del todo. Ya no sonaba tan convencido. Más bien parecía que quería que lo llevaran en vilo.

El buen general sonrió y se terminó alejando un poco.
-Ah ya veo...Entonces no piensas rechazarme, amigo? Te entiendo ahora. Dices que primero debemos terminar las botellas y esperar a que la oscuridad haga su entrada para luego hacerte mio. Buena respuesta.-
Tomó una botella y comenzó a beber directamente de ella. Luego la dejó donde estaba y se acercó a Vinicius, tomando su mandibula con una mano para obligarlo a abrir su boca. Sonrió y lo besó, dandole del vino de su boca.
-Asi te gtusta más? Te gusta que te de de beber?-

No era lo que el senador había querido decir, pero le compraba tiempo. Volvió a acomodarse en su lugar, sirviéndose algo de vino para hacer honor a su "intención" de terminar las botellas. Tal vez si lograban emborracharse lo suficiente... Bueno, esa idea tenía sus riesgos. Era una espada de doble filo.
Vinicius andaba a medio llenar su copa cuando Aelius se le acercó y lo hizo beber de su boca. Por la sorpresa, el senador tuvo dificultad tragando el vino. Pero lo sintió con un sabor diferente, más dulce. El sabor de el otro.
Se apartó tosiendo y cubriéndose la boca, limpiando con la tela de su ropa un hilo de vino que le bajaba por el cuello. Recuperó el aliento y miró a su compañero con algo de reproche por haberlo alarmado de esa forma. Lo cual no significara, claro, que no le había gustado.

Aelius le dio una media sonrisa, con las mejillas rojas por el alcohol que iba y venia de su mente. Bueno, más que todo venía.
-Terminemos de beber, compañero! Quiero llevarte a la cama, ya que siento mi cuerpo arder.- Dijo con toda franqueza, sirviendose más vino en su copa.
-Te despojaré de tus ropajes y te haré gritar... Vas a ver que lo disfrutarás.- Tomó de su copa unos cuantos tragos. -Nnnn...Y te morderé el ccue...cueeello...- Ya comenzaba a arrastrar las palabras, pero no iba a desistir tan facilmente.
-Es más...termina esa copa en tus manos e iremos a mi lecho.-