Capítulo IV - Amándote de nuevo

(Aclaro XD Cap I: La guerra, Cap II: Las desgracias de Bec, Cap III: Las desgracias de Alec 8D)

En el capítulo anterior: El papel manteca era muy fino, y leía en lápiz "Querido Bec: Gracias por ayudarme a comprobar que los nervios sintéticos funcionan. Compré éste pastel en esa panadería que hay a dos calles y que a Alec le gusta, pero estoy en un problema y no pude llevarlo yo. Mandé a monsieur LeCuak. Creo que te caerá bien, al fin y al cabo son de la misma cultura. XOXO, Gene~!!" No había posdata ni nada, pero el pastel olía a fresas y crema pastelera. Cómo le había hecho el patito para llevar semejante cosa, no se sabía.

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Ese Gene. Lo detestaba más que cualquier otra cosa en su vida. Era un grandisimo idiota y era malvado, muy malvado. Pero, aún así, sabía que ese pastel no tenía nada malo. Era otra de sus idioteces para hacerse el muy lindo con Alec. Además, que si se lo llevaba, que malo podía pasar? No se podía envenenar tan fácil por su interior de máquina, así que...
Bec suspiró, tomando un plato, un cuchillo y una cuchara de la cocina en una mano, y en la otra el pastel que en realidad si parecía delicioso.
Subió las escaleras hacia la habitación donde había dejado a su amante entre las sábanas.
-Mon chérie, mira lo que encontré en la cocina.- Dijo, mostrando el delioso pastel en sus manos. -Adivina quien lo trajo.-

Alec estaba literalmente enredado en las sábanas, jugando a estar atrapado. Se reía mientras peleaba con la tela, yendo a parar ora a la cabecera, ora a los pies de la cama. Rodaba por todas partes, feliz, pues ahora podía sentir con todo el cuerpo que las sábanas eran suaves y almidonadas. Si bien olían a guardado, pero eso sólo las hacía más especiales.
Cuando Bec llegó, Alec recobró alarmado la compostura y se sentó en la cama como si nada a ver lo que tenía en las manos. Era un delicioso, perfecto, scrumpilioso pastel de fresas!! Al relojero se le hizo agua la boca y se arrimó lo que pudo al borde de la cama para olerlo.
-No sé!! Quién me lo trajo? Mmm, qué hambre que tengo.... es para mí? Me lo puedo comer YO?- preguntó entusiasmado, porque su estómago le decía que le gustaba mucho la fresa.

El mecánico lo miró extrañado. Era como un niño.
-Amm...si, claro, al parecer te gusta...- Dijo, sentandose a su lado en la cama y acercando la mesita de noche, para colocar el pastel encima y los cubiertos a su lado. -Es todo tuyo...lo trajo ese amigo...Gene.- Suspiró. Si, le había ganado la batalla, felicidades. No tenía la menor idea de que a su novio le gustaran ese tipo de cosas. Se sintió derrotado en ese aspecto, pero por otra parte era precioso ver a su amante con ese rostro brillante y sonrisa abierta.
-Anda, cómelo, quiero ver como lo disfrutas, jaja.- Rió amargamente, moviendose hacia atras y recostandose en el respaldar de la cama mientras lo miraba algo más serio. Idiota de Gene...siempre ganandole cuando se trataba de Alec.

-Gene...?- Alec miró a Bec, algo cauteloso. Sabía que algo malo había entre ellos dos, por lo que había pasado hace algunos días en el desayuno. De todas maneras no consideró que comer un pastel fuera algo necesariamente malo, así que se cortó una buena rebanada y se metió un pedazo a la boca.
-Mmmmm....- era un pastel de fresas con crema pastelera, y esa como jalea que Alec no sabía cómo se llamaba pero le encantaba. La masa era dulce también, con algo de vainilla... y limón... y estaba buenísimo!! Estaba realmente delicioso. Hasta tenía un nosequé... que lo hacía recordar.
Alec dejó el cubierto a un lado, súbitamente, mientras miraba por la ventana casi por impulso.
-Yo sé de dónde viene éste pastel. Es de la panadería celeste que queda a dos calles, al lado de la tienda de Miss Lisette- recitó sorprendido. Sí, ahora se acordaba de la panadera y del establecimiento, que siempre olía a dulce, y de Miss Lisette que siempre le regalaba los recortes de tela que le sobraban y con ellos Alec hacía pelotas de trapo. Sí, se acordaba.

Bec se quedó mirandolo, atónito.
-E-estás recordando, Alec? Que más recuerdas?- Tal vez, con mucha suerte, algo recordaría de su pasado juntos.
-Eso es de tu niñez, o más reciente? Concentrate!- Entre más rápido recordara ese tipo de cosas mundanas, más rápido recordaría la guerra, el tren, cuando se conocieron, sus besos, sus caricias... Y regresaría a ser el de antes.
Tomó a su amante de los hombros, mirandolo con una sonrisa esperanzada.

-Es de cuando era niño- le contó el relojero, cerrando los ojos para recordar mejor.

**

-Vamos, Alec, apúrate. Nos van a dejar sin pastel!! Muévete!!-
-Ya voy, ya... !!! Mis libros! Cuidado!!-
-Qué libros ni que grillo muerto, que cierran la panadería!-
-Deja de empujarme, Gene, puedo moverme perfectamente bien solo.-
-.... Y ya está. La cerraron. Alec!!-
-Lo siento!-
-Nada de lo siento! Tú que te demoras dos años en bajar las escaleras con todos esos libros que ya ni sé de qué son.-
-Son los de clase, y yo NO ME DEMORO en bajar las escaleras. Eres tú el que siempre corre de un lado a otro.-
-Porque así llego a las cosas, sabes??-
-Ya, basta. Mejor pensemos en dónde vamos a comprar un pastel a éstas horas.-
-No creo que quede ningún sitio abierto. .... !!! AH!! Ya sé!! Y si le hacemos uno?-
-Es mala idea.-
-Aaaaw! Por qué??-
-Porque es mala idea!! Tú no sabes ni hervir agua.-
-Claro, y tú sí.-
-..... No tiene nada que ver! Ninguno de los dos sabe cocinar.-
-Eso qué más da, la intención es lo que vale. Va-moooos, ya, antes de que a alguien se le ocurra!!-
-No creo que a nadie se le oc-GENE!! NO ME EMPUJES!!!-

(>> Gene no me cae bien ni de niño)

Bec observó como el otro cerraba los ojos, de seguro para retener el recuerdo en su mente o quien sabe que. Se alegraba por él, pero su lado agresivo e inmaduro no lo dejaba ser feliz, estar en paz.
Asi que se levantó y se fue. Asi de simple. Tomó un paño limpio, se quitó los pantalones y se metió a la ducha sin decir palabra.
Que disfrutara su recuerdo y estúpido pastel a solas, ya que no había espacio para Bec en su mundo feliz lleno de Gene.

En la ducha, comenzó a pensar. El agua cayendo en cascada en su amplia espalda lo relajaba y de paso limpiaba sus heridas.
-Te mataré, Gene...algun día.- Cerró los ojos y se intentó calmar.
Fuck it, se iba a ir de tragos hoy también. Para eso había pedido dinero, no le importaba...mientras pudiera dejar de sentirse olvidado...

(era un poco impulsivo, sí)

Cuando Alec abrió los ojos, ya no vio a Bec. Quiso llamarlo, pero el sonido del agua en el baño le dio una clara señal de en dónde estaba. Algo contrariado, el relojero se puso un pantalón y terminó pensativo su trozo de pastel.
Algo había hecho mal. Algo... ! Tal vez debió haberle ofrecido pastel. .... No, eso era estúpido. Habría sido... el recordar. Recordar algo sobre Gene. Bec odiaba a Gene, y probablemente se había dado cuenta de que estaba recordándolo a él y.... Oh, vaya.
Pero Alec no podía recordar qué era eso que Gene había hecho, lo que había pasado.
-Qué era, qué era...- susurró para sí, mientras bajaba con el pastel para guardarlo en la cocina. De repente ya no quería comérselo todo.

***

Gene bajó los binoculares con disgusto luego de ver la escena. Su nuevo escondite, en la torre de la iglesia, le permitía ver el lado de la casa por donde la ventana daba justo a la cama de Alec.
-No entiendo- se quejó con su pato, que estaba jugando con un montón de papeles a su lado. -Si les dí el pastel y todo... Aaaah, Bec es tan DIFÍCIL de contentar. Mi ratoncito se veía feliz de la vida y luego el otro agarra y se va y lo deja solo. Eso no está bien, Monsieur LeCuac, no crees?-
-Cuac.-
-EXACTO!! Pero no te preocupes, Monsieur LeCuac. Estoy seguro de que encontraremos algo que haga felices a los dos- sonrió Gene, dejando a un lado los binoculares y sacando un sandwich de mayonesa y atún de una bolsa de papel marrón. Hora de desayunar.

Bec se relajó un poco en el baño...pero recordando a ese Gene lo ponía de los nervios! Se puso shampoo agresivamente y cerró la llave, saliendo desnudo como si nada y con la toalla en la cabeza. Y aunque ni volteó a mirar a la cama, no pudo ver a Alec, lo cual lo puso de más mal humor. Buscó entre su montaña de ropa que habia comprado el otro dia y se puso un par de pantalones negros y una camisa beige de botones, nada fuera de lo comun. Dejó la toalla a un lado y se puso las botas, tomando su bolsa de dinero y bajando las escaleras.

Llegó a la cocina, en donde vio a su novio, e iba a pasar directo a la puerta, pero algo lo detuvo. Suspiró y caminó hacia la puerta de la cocina, sin verlo directamente.
-Me voy.- Anunció. -Me voy de aquí.- Dijo. En sus adentros quería irse para siempre, pero sabía que lo quería demasiado para hacerlo. Habia recorrido media región solo para verlo! Caminó herido, sobrevivió una explosión, nadó en un rio lleno de sanguijuelas, lo robaron, pasó semanas reconstruyendolo y totalmente dedicado a él...y su novio no lo recordaba. Quería irse pero no podía.

El relojero estaba lavando su plato y pensando en algunas cosas, cuando escuchó a Bec y volteó a verlo. Se iba? A dónde...?
-Uhm, está bien... cuídate- lo despidió algo tímidamente, pues no sabía cómo tratarlo ahora que lo había hecho enojar. Había estado considerando poner la mesa para desayunar con él... pero ahora parecía una idea bastante mala, así que lo dejó estar.
-Espero que regreses temprano- terminó, siguiendo con la tarea de lavar. No lo hacía muy a conciencia, porque se sentía culpable, pero era para hacer algo y no tener que ver al otro directamente.
Mientras quitaba la espuma de en medio, hacía grandes esfuerzos por recordar algo relacionado con Bec. Cualquier cosa estaba bien! Pero su mente simplemente no quería. Se habían agotado las chances de recordar por ese día.

Bec cerró los ojos con ira al oir la respuesta ambigua del otro. De verdad no le importaba. Asi que dio media vuelta para salir, pero de repente oyó ese "Espero que regreses temprano."
Quiso contestarle: Si fuera por mi, no me iria nunca. Pero no lo hizo. Suspiró para tranquilizarse y caminó hacia él, haciendo sonar sus botas en el suelo de piedra de la cocina.
-Alec.- Lo llamó, tomandolo ligeramente del brazo, sin importar lo que tuviera en las manos, y lo volteó hacia él delicamente, poniendole una mano en la mejilla y mirandolo directamente a los ojos. Su mano se deslizó hacia el fino cuello de su amante, tomando la pieza roja vibrante de joyería que llevaba en una cadena de plata. -Como obtuviste esto? Te lo he querido preguntar desde que despertaste.- Dijo, ahora mirando a la piedrita sin ninguna expresion en su rostro.

Alec miró a su novio, nervioso, pero luego sus nervios se transformaron en curiosidad al bajar la vista y notar la cadena que llevaba al cuello.
-Yo... realmente no sé. Desperté con él, así que asumí que era mío...- Si Bec le preguntaba ahora cómo lo había "obtenido", quería decir que originalmente no era de Alec. Y si era de Bec?
El relojero se quitó la cadenita y la miró por todas partes, admirando lo linda que era y cómo brillaba.
-Es tuya, no...? Parece tuya. Quieres que te la devuelva?- No sabía quién se la había dado, pero era más prudente ser educado y ofrecerla de vuelta.

Bec le dio un pequeño beso en la frente, peinando algunos de sus mechones con la mano.
-Es mía.- Dijo, tomando la piedrita y volteandola en una parte y dejando ver una "B" mayúscula manoescrita en una parte de la plata donde iba pegada la piedra.
-Es el collar de mi familia. Ha pasado de generacion en generacion por todos los hombres Becque.- Sabía que Alec no entendería, ya que "Bec" y "Becque" se pronunciaba exactamente igual. De ahí su sobrenombre. Cuando estaba en la escuela de mecánica, un maestro escribió mal su apellido, pensando que ese era su nombre. "Bec" puso en la hoja de calificaciones. Un amigo vio el error y de ahi en adelante lo llamaron así.

-Pero quiero que lo tengas tu. Porque así, aunque no me recuerdes o me muera, estaré contigo siempre, mon amour.- Le dijo en un tono suave, vlviendole a colocar el collar.

(aww <3 Bec me conforta ahora que me siento triste ^^)

Alec pasó las manos tras su cuello también, para juntarlas con las de su novio. Las llevó adelante nuevamente y las estrechó, sonriendo en agradecimiento por el bello regalo.
-Quiero volver a recordarte, Bec- le respondió, algo triste pero con un fondo decidido en la voz. -Quiero hacerlo, y si no lo logro volveré a inventar nuestra historia las veces que sea necesario. De lo que me cuentes sacaré algo, y el resto lo inventaré. A menos que me ayudes con los detalles...-
Le soltó las manos para elevarse un poco y darle un ligero beso en los labios, un poco de disculpas, un poco por simple cariño.
-Aún tienes que irte? No hemos desayunado.-

(8D el es un amor cuando le da la gana)

Bec recibió el beso de buena gana, con una sonrisa justo después. Esas sonrisas de Bec que casi nunca daba, porque casi nunca estaba así de enamorado.
-No...No, claro que no. Desayunemos.- Le respondió manteniendo su sonrisa y no queriendo moverse ni un centimetro de donde estaba. Pero tenía algo de hambre, así que se fue a sentar a la mesa.
-Tranquilo, Alec. De verdad espero que si me recuerdes, pero si no lo haces, trataré que te enamores de mi de nuevo.- Le dio esa mirada de decisión cabezadura. -Pero supongo que...tenemos que hacer lo mismo que el pastel, no? Saboreaste el pastel y recordaste de donde venía, aunque hubiera pasado mucho tiempo. Solo tengo que mostrarte cosas para que me recuerdes, aunque...- Se quedó algo pensativo. -Te cogí todo el día y la noche y no recordaste nada...- Se tomó el mentón preocupado.

Apenas su novio se sentó a la mesa, Alec fue a tomar de los estantes las cosas que necesitaba. La mantequilla, el pan, cubiertos, platos, tazas, servilletas. Cuando todo estuvo dispuesto, puso la tetera a hervir y se sentó frente a Bec, ruborizándose un poco por el comentario tan atrevido del otro.
-Pues no sé.... a menos que mi memoria sea ayudada por estímulos meramente visuales... Si tuvieras fotos, u objetos que hayamos usado juntos... Tal vez con eso pueda recordar algo más. Vale la pena tratar. Hay unas maletas arriba que aún no desempaco, creo que son las que traje. Sería bueno que las viéramos...- reflexionó, mientras la tetera le exigía que la sacaran del fuego. Se levantó, pues, y sirvió el café porque asumía que a Bec le gustaba el café.
-Ah, y ya he terminado de catalogar los cuadernos y papeles. Pero no quiero leerlos solo. Me acompañarías?-

-Hmmm...Pues, sería bueno ver que tienes, Alec.- Bec tomó la taza, dandole un sorbo pensativo. Aunque solo habian pasado unos meses juntos, habían podido reunir bastantes recuerdos. Muchos eran recuerdos pequeños, otros sin valor, pero Bec los recordaba todos.
-Pues tambien te puedo ir contando... no serán cosas importantes pero forman toda nuestra vida al final.- Reflexionó en voz alta, dandole otro trago al café caliente, negro y sin azúcar.
-Veamos...cosas pequeñas...como cuando te iba a visitar las primeras noches y te hartaste porque ponía el acento equivocado en tu nombre. Aléc te llamaba. Creo que mi acento es muy marcado como para pretender ser inglés.- Bec soltó una pequeña carcajada. -Se que nunca te engañé. Verás, cuando te conocí te dije que había nacido en una colonia inglesa, pero obviamente nunca me creiste.-
Pequeñas cosas. Le contaría todo desde el primer día.

-Y es que no suenas inglés para nada- rió el relojero, bebiendo un sorbo de su té. A él realmente no le gustaba el café, y no pretendía mostrar lo contrario.
-No sé por qué tengo la impresión de que husmeabas en mis cosas- lo acusó tiernamente, sirviéndose un pan con mantequilla. -Perdóname si no, darling, pero realmente suena a que sí. Al menos por un poco de curiosidad...-
Alec levantó la vista hacia los estantes altos de la cocina, algo más pensativo. De repente se le había ocurrido que, si profundizaba en lo que Bec le contaba, tal vez no iba a tener que inventarse las lagunas entre recuerdo y recuerdo. Tal vez podía *deducirlas*.
-Qué objetos habían en mi habitación, Bec? O en donde fuera que yo dormía allá.-

-Jajaja! Pues tienes toda la razón... Cuando no veias, urgaba en tu maleta.- Lo aceptó felizmente. "I regret nothing." Pensó, con una amplia sonrisa en su rostro.
-A ver, vivíamos en una gran tienda, y cada uno tenía su...espacio por así decirlo. Aunque algunos mecánicos dormían juntos en el suelo a falta de lugares. La cosa, mi Alec, es que entre tu maleta...tenías un piano. Tu mismo lo construiste, también tenias unas esferas que no se para que eran...Un momento...el piano! Tal vez recuerdes alguna melodia! También la música de las esferas, la esfera que perdiste y te la devolví! Esas tenían música y puede que recuerdes algo de ahi.- Dijo, mirandolo con esperanza de nuevo, para luego calmarse.
-Lo siento...yo...yo solo quiero que recuerdes, pero no debería presionarte. Y es que, Alec, pasamos por tantas cosas...Aunque a veces pienso que...es mejor que no recuerdes ciertas situaciones. Sería mejor que te quedes así.-

Alec hizo un movimiento indefinido con la cabeza, que bien podía decir una cosa que otra, y terminó su té.
-Puede que sí.... puede que por el piano pueda recordar algo. Cuando subamos lo veré. Y cuéntame más de esas... esferas. Qué hacían? Tenían para mí alguna función?-
Aunque hubieran habido cosas malas, Alec quería recordar. No le gustaba la idea de haber vivido cosas sólo para olvidarlas. Iba a recordar y recapitular desde lo más temprano de su vida, con esos libros, hasta lo más reciente con lo que Bec le contara. Y cuando finalmente lo tuviera todo, podría seguir con su vida en paz.
Aprovechó que ya había terminado para ir a lavar su taza y su plato. Mientras menos trabajo tuviera, más podría concentrarse en recordar. Ese día iba a exigirle a su cerebro hasta que le doliera.

Bec le sonrió de nuevo, terminando su café.
-Pues...no estoy seguro, Alec, nunca me contaste. Creo que eran para no olvidar, porque tenían frases por dentro.- Entonces el mecánico se levantó, dejando sin cuidado la taza en el fregadero.
-Ven, se donde las guardas, te las mostraré.- Le puso una mano en el hombro.

Ayer, mientras lo hacía suyo en la cama y en la ventana, no podía evitar sentirse culpable. Lo había casi forzado a tener sexo con él, sin recordar siquiera su relación pasada. Y ahora sentía como si Alec estuviera actuando como su novio solo porque solían serlo. Tendría que hablar con ñel más tarde...Pero desde cuando el gran Bec sentía culpa despues del sexo?

Alec decidió dejar los platos para luego y subió junto con su novio, saltando los escalones de dos en dos porque se sentía bien.
Llegaron finalmente a la gran habitación en la punta de la torre, que ahora estaba en un órden inmaculado. Alec se había encargado de catalogar todo por género y años, y los libros y papeles esperaban tranquilos en unas cajas en el suelo. Sobre la cama, ahora tendida, habían dos maletas bastante grandes que el relojero empezó a deshacer.
En una de ellas estaba el piano. Las manos de Alec se movieron solas al armarlo, comprobando con sorpresa que de eso sí se acordaba. Al final, el aparato quedó armado al frente de él y Alec recorrió las teclas con los dedos, sintiendo la textura lisa y fría del metal en el teclado.

Bec siguió a Alec a su habitación, sentandose en la cama con una de las maletas y buscando en ella. Reconocía bien sus contenidos, ya que la mayoria de las noches urgaba en ellas en búsqueda de algo interesante.
Al volver a mirar al relojero, se sorprendió un poco al ver lo rápido que había armado aquela piano. Suponía que había cosas que el cuerpo y la mente jamás olvidaban, como construir ese tipo de piezas o la manera en que sus caderas se movían al hacer el amor. No era cuestión de recuerdos, sino de sentimientos.
Siguió pensando en ello hasta que se distrajo al sentir una forma redonda tocar su mano. Al sacarla, supo que era aquella misma espera que los había unido, sacandola con una media sonrisa y dejando la maleta en el suelo. Era ahora o nunca.
-Alec, mira. Esta fue la esfera que se te cayó y te devolví.- Dijo, buscando el botón con sus dedos y abriendola. De inmediato la esfera dejó salir una melancólica melodía, una que Bec había oído bastantes veces en la guerra junto con su Alec.

Con el piano finalmente armado, y habiendo reconocido todas las teclas, Alec se disponía a tocar algo cuando una melodía le llamó la atención. Se acercó a Bec, tomando la esfera plateada de sus manos y abriéndola. La inscripción, la música... La música, sobretodo.
Alec sabía en dónde tenía esa música.
Las partituras para esas tonadas estaban en el sótano, escondidas bajo las tablas del suelo. Junto con otros papeles, fotografías y objetos que no quiso o no pudo ver de frente. Pasó los dedos por el relieve de la plata, conteniendo las lágrimas para no quedar mal ante su novio. Se sentó, sin quitarle los ojos de encima a su amado tesoro, recordando cosa tras otra. Finalmente muchos objetos en esa casa tenían sentido. Y era por la música.
Pero ésta vez, Alec empezó a recitar sus recuerdos a medida que iban llegando. Recordó a muchos otros niños, a hombres altos que le enseñaban cosas aburridas que más tarde amaría, tardes de invierno con la casa blanca medio enterrada en la nieve y los cuentos que la cocinera les contaba antes de servirles la cena. Recordó cómo y cuál era su habitación, esa por las escaleras que tenía un papel tapiz de cielo. Estaba antes llena de juguetes... seguro esos juguetes andaban abajo, enterrados.
Contaba sus recuerdos con una sonrisa, pero había algo ahí que le dolía y no podía saber qué. Al llegar a una visión de una máquina brillante, el flujo se interrumpió. Alec volteó a Bec, como si eso fuera todo, pero al verlo sentado a su lado se dio cuenta de que muchas veces habían estado sentados así. En una carpa- no, no en una carpa, en LA carpa de los mecánicos. En la guerra.

-Ya te recuerdo!!!- exclamó con una sonrisa, cerrando la esfera para acallar la triste melodía. -Es decir, no todo... pero.... tú siempre te sentabas a mi lado a oír música, no? Era así, y con ésta esfera... Y... creo que también el piano!- Se levantó de la cama y se acercó al piano, tocando algunos acordes. Luego una pieza completa. Pero la interrumpió a la mitad, dándose cuenta de que sonaba muy triste.
-Son las únicas canciones que sé...?-

Bec dejó asomar una expresión de ilusión y felicidad. Una que no había mostrado desde hace mucho tiempo por todos los problmas de la guerra, Gene y la perdida de memoria de su amado.
Cerrando los ojos, y disfrutando del momento, lo dejó acercarse al piano y tocar, como aquella noche, una tan preciosa, en que le había confiado esa melodía.
Cuando su Alec hizo la pregunta, a Bec se le lavó la felicidad y abrió los ojos, con el ceño fruncido, como siempre lo tenía.
-Algo así, Alec. Digamos que nunca tuviste mucho que celebrar.- Dijo, poniendose de pie y caminando hacia la ventana, mirando la ciudad gris que lo saludaba desde esa vista.