Capítulo IV - Amándote de nuevo

(exácticamente!!)

El doctor hizo un gesto indefinido para evitar responder esa pregunta. Odiaba tener que responder verdades, sobretodo como la que tenía Franz. Dejó su mochila descuidadamente tirada en el suelo y salió de la casa estirándose y sin despedirse. Para qué se iba a despedir, si regresaba luego?

Franz lo observó salir con una sonrisa.
-Al menos enfermarme me sirvió para volver a verlo. Conociendo a Odradek, no me habría visitado jamás- le comentó a Nathan, volviendo a echarse en la cama. Estar sentado le dolía, y ya no estaba su amigo para distraerlo de su estado. Se sentía algo mareado.
-Viene de una colonia del norte, por eso tiene ese acento... Uno esperaría que al haber vivido tantos años aquí se le quitase, pero nada.-

-O-Odradek?- Preguntó para si mismo que para Franz. Gracioso nombre, de alguna manera le gustaba.
-Franz...Quiero que te tomes la semana libre...O tal vez dos, durmiendo. Tenemos el suficiente dinero para sobrevivir, y cuando se acabe ya veré como le haré, está bien? No quiero que lo que sea que tengas empeore.-
Se trataba de convercer que solo era un resfriado, pero podía oler que algo andaba mal. El rostro del alegre doctor y los raros sintomas le decian algo.

-Supongo que tienes razón- suspiró Franz, con la vista fija en las vigas del techo.
-Aunque no me gusta estarme sin trabajar, no es prudente que lo haga... Pero no habrá alguna cosa que pueda hacer sin tener que moverme de la cama? Las cuentas, por ejemplo?- Había poco que hacer, en realidad, en el estado en el que se encontraban ahora. Era verdad que, por todo el esfuerzo que habían hecho, ya no tendrían dificultades por un buen tiempo.
Pero a Franz no le gustaba estar ocioso. No le gustaba sentirse inútil.

El reloj de la torre dio las cuatro. O más bien, tocó "Sam Hall" y luego dio las cuatro. El relojero se la estaba pasando bien con las campanas de la hora ese día.

Nate puso atención al extraño reloj, cayendo en cuenta que iba a llegar tarde a una ronda de su empleo.
-Ya son las cuatro...- Volteó a mirar a su novio y decidió que no podía dejarlo solo en esas condiciones, aunque también si perdía esta ronda, podria perder el empleo. Que hacer.
-Esta...esta tarde me quedaré aqui, esta bien? Para esperar al doctor y cuidarte, asi que por favor pideme lo que sea sin dudar.-
Se arrecostó en la cama, junto a él y le besó tiernamente la frente.
-Por favor, recuperate pronto. Odio verte asi.-

Ah, era verdad. Nathan tenía que trabajar.
-Puedo quedarme solo! Odrie no tarda en volver. No vayas a perder tu empleo por mí, Nate- contestó Franz, alargando una mano para acariciar la mejilla de su novio. Cómo lo quería. Si tan sólo se hubieran conocido en tiempos de paz.
-Me recuperaré, cariño. Estoy en buenas manos, aunque no lo parezca. Odrie sabrá qué hacer.

Las afirmaciones de Franz no se alejaban de la verdad, pues Odradek ya había llegado a su casa (corriendo) y peleaba con sus empleados para que lo ayudaran a subir las enormes máquinas a su camioneta.
La camioneta era su sol y su orgullo. La había contruído con partes de tanques que le trajeran sus amigos soldados. Se veía algo amenazadora, pero no dejaba de ser útil.
Lo que tomó tiempo fue la discusión, pero el camino sería rápido.

-Yo se que estarás bien pero....pero no puedo dejarte. Simplemente es que no te has visto a un espejo. Te ves cansado y enfermo...-
No queria dejarlo pero tampoco podia andar faltando a su trabajo recientemente adquerido.
-Haaaa....Mira Franz. Como se que el doctor es tu amigo...Solo esta vez. Solo esta vez me iré. Pero regresaré apenas termine, está bien? Te prometo que estaré aqui...-
Le dio un beso en la mejilla.
-Pero primero que venga el doctor, para saber qu estarás acompañado...- Hablando de eso, porque no se apuraba?

Franz sonrió y asintió, feliz de haber convencido a su novio. Y era que el jefe de Nathan tenía un singular mal carácter y falta de sensibilidad para con sus empleados. Si no lo sabría él, que escuchaba los pormenores de Nathan cuando éste regresaba a casa por las noches.
De todas maneras no tuvieron que esperar mucho. Con un estruendo y algunos gritos de alarma, Odrie aparcó su camión-tanque frente a la casa y empezó a meter toda clase de aparatejos y cables aparentemente necesarios para el examen completo de Franz. Ignoró por completo los gritos de los vecinos y conectó todo a los tomacorrientes de la calle, supuestamente sólo utilizables en casos de emergencia. Bueno, esa era una emergencia.
-YA VINE!!- gritó a todo pulmón por la ventana de Franz, como si fuera necesario recalcar su llegada.

-Pero que demonios?!- Despues de los extraños sonidos afuera de su apartamento, el doctor comenzó a entrar con todo tipo de maquinas que quien sabe donde estaban conectadas. Esperaba que no fueran los tomacorrientes de emergencias, porque si un policia lo notaba, les iria mal.
-Pero que es todo esto?! Doctor...- No sabia si quejarse o estar agradecido. Pero luego de un segundo de observar el enorme esfuerzo del amigo de su novio, decidió darle las gracias.
-Ammm...muchas gracias....por las molestias...- A lo mejor era bueno que tuviera que irse. -Franz, nos vemos hasta mañana, si? Hoy el jefe me pidió trabajar de noche. Por favor cuidate y hazle caso al doctor Odrie.- Dijo, dandole otro beso en la frente. Queria besarlo de verdad pero no queria enfermarse tambien ya que por ahora él era la unica fuente de ingresos.
Nathan se levantó, tomó su bolso y fue por la puerta. -Por favor cuidelo por mi!- Dijo a todo volumen y salió corriendo para no llegar tarde.

Franz se despidió de su amado con una sonrisa. Odrie no se tomó la molestia de decirle adiós a Nate. Terminó de conectar todos los cables y empezó con sus exámenes, explicándole a su amigo su verdadera situación mientras trabajaba en él.
-No te voy a mentir, Franz, porque ya te habrás dado cuenta. Estás muy mal. Tienes heridas internas visibles en la garganta, y sin necesidad de examinarte entero me atrevo a decir que también tus órganos se hallan afectados. Si sigues así te queda poco de vida.- Odradek pensó que seguro había otra forma de decir las cosas, pero él no la sabía. Él era directo. Claro que, al ver la expresión de miedo en Franz, deseó que le hubiera dado la noticia más suavemente.
-Entonces... moriré, no?- preguntó Franz, echado en la cama mientras Odrie iniciaba la máquina.
-Si te salvo, hermano, vas a quedar mal. Necesitarás tomar medicación, cuidarte, eso si logramos hacer algo- le respondió su médico, confirmando en la pantalla de la consola lo que ya le decía su instinto. Los órganos de Franz, al menos el aparato digestivo y algo del pulmón, tenían también heridas.

(de acá si quieres pasa a Bec :3)

(ok, sigo)

Ya había pasado una semana desde que Bec vio a su novio. Una larga semana sin él. Como había aguantado? Pues muy simple: porque necesitaba hacer un regalo de reconciliacion.
-Muy bien...Ya casi...- Decía en el viejo cuarto de una posada, mientras con sus goggles puestos terminaba de dar forma a una pieza dorada y la soldaba a su creación.
-Listo! Es perfecto....- Dijo para si mismo, safádose los goggles y sonriendo.

***

La misma sonrisa traia, al arrastrar por toda la ciudad su regalo. De noche, claro, para no toparse a tantas personas que solo estorbarían.
Su regalo era grande...bastante grande. Pero solo asi podria ganar de vuelta el amor de Alec. Solo así lo entendería. Ahora solo esperaba que ese sucio de Gene no le hubiera hecho algo en su ausencia...o aun peor...coquetear con él! Viejos sentimientos podian florecer después de todo.
En fin. Luego de mucho esfuerzo, llegó a la torre y encontró su primer problema: como cargar eso hasta arriba de las escaleras.
Pues...la solucion fue no hacerlo. Con quietud, entró por la vieja puerta de madera y puso su regalo a la base de las escaleras.
-Listo...Muy bien, linda, se que harás un buen trabajo... ALEEEEEEC! DESPIERTAAAA! REGRESEEEEE!- Lo llamó a todo pulmón, para que cuando bajara, pudiera ver como funcionaba su...peculiar esfera.
(Lista para la cursileria)
Era una enorme esfera dorada, que media unos 175 cms de alto y era tan pesada, que Bec tuvo que construirle una base del mismo material con ruedas para poderla transportar. La esfera tenía grabados de esos que le gustaban a Alec, elegantes y complejos. Claro que Bec no tenia la suficiente creatividad para inventarlos, asi que fue copiando ideas de diferentes partes hasta lograr algo diferente pero pasable.
Esa esfera era musical. Para que su novio no olvidara nunca más. Cuando Alec bajara las escaleras, lo vería.
-AAAAALEEEEEEECCCCCCC!-


(8D)

(d'aaaaaaaaaaaaaaw ouo)

Durante toda aquella semana, las campanas de la torre habían ofrecido el más amplio repertorio de canciones populares al dar la hora. Nunca era la misma. Obra, por supuesto, de Gene.
El joven había insistido en quedarse con Alec todo aquel tiempo, ayudándolo a arreglar la casa y recordándole viejos escondites suyos con cosas de su infancia, fotos, diarios, recuerdos, detalles de la guerra, partituras, recetas, juguetes... En fin, reconstruyendo su vida. Claro que insistió en un par de cosas mientras.
La primera era que Alec le tuviera más paciencia de ahora en adelante a su impulsiva pareja actual.

**

-Tienes que comprender que los franceses son apasionados- le recordó una de esas noches mientras daban los toques finales a una esferita musical.
-No lo hace por maldad, es que realmente siente todo lo que pasa- añadió, quitándole una viruta de la cabeza a su amigo.
-... Lo sé- suspiró el relojero. -Y ahora lo siento. Pero no tenía que simplemente ir y... no estuvo bien.-
-Ya vendrá a disculparse. Y cuando lo haga quiero que lo perdones, sí, ratoncito?- Gene enfatizó sus palabras mirando a los ojos de Alec. muy concentrado. El otro lo miró un poco extrañado, pero luego sonrió y asintió.
Esa noche cenaron sólo tostadas. Ninguno tenía ganas de cocinar.

***
La segunda cosa fue, obviamente, lo de las campanas. Escuchar el mismo campanar todo el día era aburrido. Por eso, entre los dos idearon un mecanismo que daba a las campanas tonos diferentes para que cada día fuera distinto.
Con las campanas vino el jardín, al cual revivieron casi por completo.
Y con el jardín se abrieron las ventanas y las cortinas, y Alec empezó a dejar correr un poco el agua de la manguera cada tarde para que LeCuac pudiera nadar.
La torre estaba pintada de blanco, como salía en las fotos.

**

Por fin, la última noche de esa larga y ocupada semana, Gene esperó a que Alec cerrase los ojos y salió a hurtadillas por la puerta secreta del sótano. Ya había arreglado las cosas. Sólo le dejó una última cosa a su ratoncito. Y fue precisamente eso, un pequeño ratón a cuerda. Uno de los primeros mecanismos que hicieran. En la torre estaría mejor que con Gene.

**

Horas luego, Alec se despertó por alguien que pegaba de gritos en las escaleras. Prendió la luz y descubrió con sorpresa que su amigo se había ido (dejando tendida la cama). Se frotó los ojos, se calzó las zapatillas de paño y bajó con una lámpara de petróleo.
-Quién...- empezó a decir en un bostezo, antes de que la luz iluminara la esfera y acabara de despertarlo. La contempló fascinado por un par de segundos antes de levantar la vista hacia Bec.
Pero bueno, quién más podía gritar así? Nadie.
El joven relojero sonrió para su amado y bajó los escalones que le quedaban, colgando la lámpara de un clavo en la pared. Ese clavo era nuevo.
-... Qué es?- preguntó suavemente, posando la mano sobre la bella esfera.

(que putas son zapatillas de paño? Pantuflas? 8D)

Bec se impacientó al esperar a que su novio bajara las escaleras, asi que se puso a mirar un poco a su alrededor, ya que algo no le calzaba....y pues claro! Era todo! Desde afuera de la torre hasta adentro, que estaba mucho más limpio.
-Afuera...flores?- Miró las ruedas de la base para la esfera, cubierta en tierra y flores de varios colores. Entonces miró afuera de la puerta que habia dejado abierta, observando un camino de flores arrancadas y cesped arrancado que habia dejado al transpotar la pesada esfera.
-Well...shit.- Ahora tendría otra cosa más de que disculparse. Pero primero lo primero. Al oir que se acercaba, cerró la puerta y lo esperó.

-Alec...- Suspiró algo más tranquilo al ver su sonrisa. -Esto...bien...mira...- No era bueno disculpandose. -Lo siento, mon amour. Lo siento tanto. Arruiné tus esferas, sabiendo lo que significaban...y pues...pensé que esto te podría gustar. Alejate unos pasos.-
Lo miró con una tierna sonrisa, respirando profundamente. Era hora de ver como funcionaba su pequeña.

En vez de un botón, le puso una manija, como las que usaban los juguetes de cuerda pero mucho más grande. Asi que la tomó y le dio vueltas y vueltas hasta que algo dentro de la esfera hizo "click". Entonces la música comenzó a tocar, una música tierna, suave, mientras que los mecanismos de la gran esfera funcionaban y se comenzaban a abrir como si fueran capas.
Muchas capas se abrian como rompecabezas y daban paso a más capas con diferentes diseños al son de la música, hasta mostrar el centro de la esfera, que al parecer era una esfera del tamaño de un tomate si acaso. En esa pequeña esfera del centro habia un grabado en inglés con letras en cursiva que decía: "Don't forget me for I will always love you. Jean Baptiste Becque."

La pequeña esfera se mantenía allí, con la posibilidad de ser sacada y manipulada, por aproximadamente veinte segundos mientras seguía la tonada. Luego, las capas comenzaban a cerrarse nuevamente hasta quedar completamente sellada al terminar la pieza.
La habitacion quedó en silencio de nuevo, en el que Bec no se movió de allí.
-Alec...cuando me fui estuve pensando bastante. Y me dije a mi mismo que si voy a tomar el siguiente paso, sería bueno que mi Alec supiera mi nombre. Y esta vez no lo olvide nunca.- Sonrió de nuevo. -No lo sabías, cierto? Bec es mi apodo. Mi nombre es Jean Baptiste Becque...Teddy de cariño.- Bromeó con un bufido. Teddy no tenia nada que ver con su nombre pero eso era otra historia. -Me puedes decir como quieras...Claro...si me aceptas de vuelta, cariño mio.- Ahora si, sus piernas le respondían. Rapidamente, y apasionadamente a como solían ser los franceses, se arrodilló al lado de la esfera. -Aléc!- A veces cuando el sentimiento se salía, se salía también el acento y la mala pronunciación. -Aléc, puedes perdonarme? Yo....te amo...es algo pronto ya que no llevamos mucho tiempo juntos, pero sé lo que siento en estos momentos y quiero que estés conmigo toda la vida...No me importa lo demás.- Esta última parte la dijo más bajo, ya que su orgullo no llegaba a tanto. La dijo más bajo también, ya que ni él mismo sabía si era una idea pasajera o de hecho una propuesta de matrimonio...No! No! Él se quedaría soltero toda la vida...así lo habia decidido.

(Ok, esta es la cancion....si, si, muy trillada, pero me gusta! >_> pensé que tenía el sentimiento adecuado.
https://www.youtube.com/watch?v=WxM45dOrb10&feature=my_liked_videos&list=LLD6dS23sTVdgB7FydfOA-ng )

(wow qué belleza! fue una linda escena ouo)

Alec asintió y se alejó un poco, subiendo las escaleras unos pasos. Observó maravillado la ceremonia de la esfera, la belleza de los grabados en su superficie, la música.
La música era lo que más le había gustado. No se imaginó nunca que Bec fuera alguien a quien le gustara. Se preguntó si la habría compuesto él, cómo era el mecanismo por dentro, de dónde había sacado las partituras.
Alargó la mano para tomar la esfera del centro, pero prefirió no hacerlo. Las capas volvieron a cerrarse, el silencio cayó sobre la torre, pero la canción ya estaba grabada en la mente de Alec. Siempre la recordaría. Así como también a su novio.

Escuchó en silencio el discurso que siguió a la música. Jean-Baptiste Becque era un hermoso nombre. El relojero lo repitió en voz baja para asegurar que nunca se le olvidaría. Sonaba cálido, verdadero. Era bueno escucharlo. Lástima que los nombres ingleses eran tan cortos y secos.

Cuando su amor terminó de hablar, Alec se arrodilló frente a él y lo besó acariciándole la cara con cariño. Cómo había extrañado esa voz, esos labios, aunque no lo admitiera hasta hace unos días. Al separarse de él, segundos luego, lo abrazó con fuerza.
-Perdóname tú a mí por no haberte tratado mejor... También te amo, Bec. Cuando volví a despertar, sin memoria alguna, estuviste conmigo para hacerme recordar lo unidas que están nuestras almas. Si te volvieras a ir a sí, si tuviera que perderte de nuevo... Ésta vida no tendría sentido.
-... Y Teddy me gusta. Pero te llamaré Bec, como siempre- decidió con una sonrisa.

Luego de mirar hacia afuera y reprenderlo un poco por lo del jardín, se sentó frente a la esfera a admirarla y pasar los dedos por su superficie. Era realmente una belleza.

***

Una belleza sin igual!
Gene bajó los binoculares con una enorme sonrisa de triunfo. Se habían perdonado! Todo era perfecto de nuevo. Mordió su scone con ánimo y desmigajó un poco en el suelo para su patito. Desde la plaza del parque se veía todo perfectamente.
-Te dije que me escucharía, LeCuac. Ésto ya quedó. Ahora podemos volver a preocuparnos por nuestros juguetes.-
El pato dijo "cuac", pero nada más. Obviamente estaba escéptico.

(ESE PATOOO XDDDDD <3 lo adoro)
(Awww...que lindo y cursi nos quedó XDDDD .... )

Las palabras de su novio le había tocado el corazón, derritiendolo, haciendolo suyo de una vez y para siempre. Ahora nunca lo volvería a dejar.
Lo besó unas cuantas veces y lo dejó admirar su regalo mientras trataba de limpiar un poco la entrada de las flores echadas a perder que, por supuesto, luego tendría que arreglar.
Quería preguntar por Gene, pero no quería arruinar el momento con sus celos y berrinches. Estaba seguro que Alec no lo engañaría con él.
-Alec, estoy cansado y seguro que tu también. Porque no nos vamos a dormir y mañana llevamos esto adonde tu quieras?- Le propuso, abrazandolo por detrás y dándole un suave beso en el cabello. Como extrañaba ese olor. El olor de maquinas, aceite y...tal vez un poco de nueces tostadas.

(cierto, cierto o3o)

Sí, estaba algo cansado. Después de todo era muy tarde. Alec asintió reprimiendo un bostezo y tomó a su novio de la mano, guiándolo escaleras arriba.
El camino de las escaleras también había cambiado. Además de estar pintado de colores leves, tenía todas las fotos y cuadros bien colgadas de las paredes y las escaleras parecían arregladas y limpias. Realmente se había hecho todo un trabajo en la propiedad.
Llegaron a la habitación de Alec, arriba en el reloj. Ésta no había cambiado excepto en el hecho de que los vidrios de la ventana eran de colores. Al pasar la poca luz de fuera, creaba un precioso mosaico en el suelo.
-Ya habrás visto que cambié algo la torre- le sonrió Alec, abriendo las mantas de la cama. -La limpié y arreglé, realmente. No se veía nada habitable antes.-

-Hmmm...si, está diferente.- Había apreciado cada cambio en las escaleras, y ahora el vidrio de su habitacion. Tenía la sensación que Gene tenía algo que ver en todo eso, pero realmente no quería saber. Si le preguntaba y se lo afirmaba, volvería a decir o hacer algo estúpido, que de seguro rompería el ambiente romántico que se había formado.
Era mejor no saber ciertas cosas, entonces.

-Me gusta lo que he visto. Parece más limpio y...pareces más feliz al respecto.- Lo cual era lo único que importaba.
Lo decía mientras se quitaba la camisa, y las pesadas botas que le llegaban hasta la rodilla, para quedar solo en sus pantalones y acercarse a la cama.
Gateó hasta su lugar y se desplomó en el colchón. -Auughh...Por fin, dormir...- Conseguir esas piezas y esos grabados, le había tomado tres días sin dormir y casi todos los ahorros de su cuenta...y algunos problemas con la ley, pero todo había valido la pena. Por lo menos no tuvo que inventar la melodía, ya que era la única que recordaba de las clases de piano con su abuela. Eso fue pan comido (aunque esperaba que su novio no se enterara.)
-...sta mañan....-

Cuando Bec se echó finalmente en la cama, Alec lo abrazó con cariño. Desde hace tiempo no dormía con nadie. Porque, aunque Gene insistía en dormir en la misma habitación que él, siempre dormían en camas separadas.
-Hasta mañana- sonrió, besándole una mejilla y cerrando los ojos.

***

Alec tardó un poco más de lo usual en despertarse, gracias al color de los cristales que proyectaron una suave luz azul en su cara. Se desperezó en silencio, besó a su novio y bajó a hacer el desayuno.
Era un día precioso. El sol brillaba, el cielo era azul, y de las calles sólo llegaba el quieto rumor de la gente paseando a pie. Era perfecto. Y podía hacerlo más perfecto con huevos y tocino!
Miró la despensa. Estaba muy bien surtida. Gene le había enseñado (de nuevo) dónde comprar y cómo andar por las calles.
Tomó lo que necesitaba y empezó a cocinar. El olor invadió la torre.

-Mmm...Alec...- Bec lentamente abrió los ojos. -Alec?- Llamó a su novio, pero se percató que el hombre ya no se encontraba a su lado.
-Hmm...- En fin. Debía estar abajo.
Se desperezó y se levantó, ordenando la cama antes de hacer otra cosa. Luego se puso la ropa que llevaba anoche, a falta de algo más que ponerse en vista que todas sus pertenencias las dejó en el hostel en que se había hospedado todos esos días.
-Alec?- Llamó, al entrar al baño, pero tampoco estaba allí. Decidió, al ver su cabello sucio de grasa de las piezas, que tomaría un baño rápido.
Entró a la ducha luego de deshacerse de nuevo de su ropa y se sorprendió de no ver las manchas de moho y encontrar en su lugar varios productos de limpieza personal.
-Que demonios...- Bueno, era algo positivo. Se bañó con ganas y con buen jabón, saliendo y vistiendose. En unos minutos volvió a hacer su cabello mojado en una cola mientras bajaba por las escaleras, hasta sentir un delicioso aroma.
-Oh, Alec, que es esto? Se ve bueno.- Dijo, sonriendo ante la imagen de su novio haciendo el desayuno. -Desde cuando tenemos más que pan, hmm?- Le dio un tierno beso en la mejilla y le acarició la espalda. Luego se fue a sentar a la mesa.
-Me gustan los cambios.-

-Gracias- sonrió dulcemente el mecánico, poniendo la comida en la mesa. También habían panes (en tostadas), mantequilla, mermelada, miel, leche, café... Era un excelente desayuno, nutritivo y fortalecedor para empezar un buen día de trabajo.
El relojero se sentó frente a su novio y le sirvió el café.

-Es todo por haberme aprendido el camino al distrito comercial- le comentó, probando cauteloso el tocino. Sí, estaba bueno. Ahora que (Gene) había arreglado la refrigeradora, los alimentos se conservaban mejor. Alec miró un poco por la ventana hacia su jardín, preguntándose dónde andaría su amigo. Bueno, si se había ido sin decir por algo sería.

Su recientemente adquirida experiencia como ciudadano peatón le había revelado, además, un posible nicho comercial.
-Creo que voy a poner una tienda de... mecanismos a cuerda- dijo, bebiendo algo de su té (con leche).
-Y no hablo sólo de relojes, si no también juguetes, herramientas, instrumentos... Juguetes, sobretodo. He visto cómo miran los niños a los aeroplanos que se exhiben en los almacenes. Pero esos utilizan piezas demasiado caras...-

Bec agradeció la cortesía y comenzó a probar la comida. No estaba mal. No sabía que Alec supiera cocinar.
-Hmm? Como? Una tienda...- Tomó un poco de su café, mirando seriamente al otro y considerando las opciones. -Así...atendiendo personas?... Amour, has cambiado mucho.- Dijo, no tanto como una critica sino como una observación. Desde cuando su Alec tenía ese tipo de aspiraciones?
-Pues...- Bajó su café y se recostó en la silla. -Si eso es lo que quieres, yo te apoyo en lo que quieras. Si es por el dinero para comenzar no te preocupes.- Quería darle lo que fuera para hacerlo feliz, pero en realidad no sentía mucha seguridad al comenzar una vida estable en esta cuidad y menos aun con Gene tan cerca.
-Pero...estás seguro que quieres hacer algo aquí? Porqué no mudarnos a Saint Puttock? O tal vez en alguna de las colonias francesas...Hay muchos lugares que necesitan de tu habilidad...-

Alec le puso más azúcar a su té. Ahora le gustaba así, dulce, como el resto de cosas que comía. Gracias a ser de metal, no engordaba. Beneficios de las partes mecánicas.
-Ahora mismo no quiero mudarme, sabes? Pasa que... acabo de arreglar éste lugar, y de recordarlo todo- sonrió, dándole una mirada a su jardín.
-Pero tal vez en un par de años, sí. Es decir -añadió-, si está bien contigo.

No quería pelearse de nuevo con Bec tan pronto. Sólo le hacía saber que no quería mudarse, pero no era un tema como para discutirlo.
-Me gustaría tratar más con gente, para que ya no me tengan miedo. Los niños me miraban muy extraño cuando bajé a comprar ayer...- le comentó, partiendo un pan por la mitad y untándole miel para que quedase como un pastelillo.
-La verdad todos me miraban extraño. Sobretodo el panadero. Creo que piensan que estoy loco o algo así.

Bec miró de reojo todo el azucar extra que se estaba comiendo en su desayuno, sorprendiendose un poco pero pareciendo desinteresado. Desde cuando...?
-Haaa...Alec...- Suspiró, mirandolo mientras hablaba y hablaba de la gente, luego observando su taza de café. También le echó una ojeada a la limpia cocina antes de tomar hasta la mitad de su café y luego mirar de vuelta a su novio, quien tenia una cierta chispa de ilusion en sus ojos.
-Bien. Nos quedamos entonces.- Dijo, algo amargado cuando el otro hubiera terminado de hablar.
¿Quien era esa persona a su lado? No lo conocía para nada ahora que tenía esas metas tan extrañas...y eso le molestaba. Mucho.
-Tomate el día hoy y ve a hablar con las personas, ya que de todas maneras me iré y llegaré tarde. Pero ten cuidado con los ladrones, está bien?- "Y no le hables a Gene." Lo pensó pero no lo dijo. Quería llevar la fiesta en paz.

(oh no sabía que no estaba contestado, lo siento!)

-Seré cuidadoso, no te preocupes- le sonrió el relojero. -Sólo es para hacer amigos y conocer gente en la ciudad, al menos en los distritos más inmediatos. En mis recuerdos éste lugar era menor... habrá crecido en los últimos años.-

A Alec le sorprendió un poco notar que algo molestaba a su pareja. Se preguntó si habría dicho o hecho alguna cosa mala o extraña, pero no pudo encontrar qué podría haber sido. Tal vez Bec sólo estaba de mal humor.
Por eso se abstuvo de contarle cómo le había ido con Gene.

El genio había sido muy amigable. Actuaba como si fuera su hermano. Alec esperaba que hiciera algo malo, por cómo Bec parecía odiarlo, pero al contrario. Si no hubiera sido por Gene, Alec seguiría enojado. La casa no habría cambiado, él no habría decidido más sobre su vida. Y de la nada Gene se había ido.
Lo único que le había parecido raro es que, a veces, Gene se sentaba al lado de la ventana y sonreía canturreando alguna cosa para sí. Pero no era nada malo.

-Bien.- Simplemente dijo, terminando el café y levantandose para lavar rápidamente la taza. -Iré a encargarme de unos asuntos y luego vendré a dejar mis cosas. Me mudaré aquí si no te molesta.- "Porque no confío lo suficiente en Gene como para dejarte solo." Pensó el resto de la oración.
Regresó a la mesa, tomó un pan, le dio un beso en los labios a su novio y se fue por la puerta sin decir nada más. Bec no volvió hasta muy entrada la noche.

***

Mientras tanto, esa misma mañana, en un pequeño apartamento, Nathan estaba sentado en una silla al lado de su amante.
-Franz...Tienes sed?- Preguntó lo que sea por preguntar. Solo queria oir la voz de su novio ya que algo dentro suyo sentia que no la oiría mas.
Una semana había pasado desde la visita del doctor, en la cual según él los resultados habían sido positivos, pero por el contrario, Franz sólo había empeorado.
Ya no se oía su hermosa risa y su piel se tornaba cada vez más pálida. Iba perdiendo sus fuerzas hasta el punto de estar cansado y en cama siempre, lo cual era terriblemente exhaustivo para Nathan, quien además de tener que ganar el pan por los dos, tenía que encargarse del enfermo doctor y de atender las obligaciones del hogar.
-Franz...dime...que es lo que tienes en realidad?- Luego de ver el estado en que estaba, ya no se comía la historia de un simple resfriado que se había complicado. Tenía que haber más.

(pasaré, pues, a Franz ^^)

No podía moverse. Incluso respirar le dolía, tragar le dolía. Franz tenía el cuerpo lleno de heridas, pero no de las que se pudieran ver. Podía sentir el sabor de la sangre que se filtraba en su boca desde la garganta.
Ya que debía guardar cama, el médico tuvo mucho tiempo para observar la situación y pensar.
Veía a su amado Nathan, teniendo que cargar con él y encargarse solo de todo. No era justo que alguien tan joven y fuerte se atara a un enfermo como Franz. Ni siquiera si las ataduras eran de amor.
Ya sabía cómo proceder. Pero no podía decirlo.

En lugar de eso volteó hacia su novio y le sonrió, débilmente pero con mucho cariño.
-Son altibajos de la enfermedad, amor mío, ésto de la guerra deja mal a cualquiera- dijo suavemente, cerrando los ojos. Técnicamente no mentía. Odrie le había explicado que lo que tenía era causa de un arma biológica de corto alcance, una especie de bacteria que los enemigos usaban.
-Si pudieras llamar a Odradek, tengo que... preguntarle un par de cosas...-