Capítulo IV - Amándote de nuevo

Una de las cosas buenas acerca de tener piel sintética era lo rápido que se secaba. Claro que, ahora, Alec podía sentir realmente la toalla en su cuerpo. Era una delicia, eso de los nervios sintéticos. Mandaban las sensaciones mucho mejor que los nervios reales.
Dobló la toalla limpiamente y se inclinó sobre su baúl de ropa, desnudo, eligiendo qué ponerse. Se decidió por algo sencillo: una camisa crema y unos pantalones de vestir. La verdad, toda su ropa se parecía. Tal vez debía comprarse más.

Volteó luego hacia su novio, mientras se estaban vistiendo. Una cierta expresión preocupada se pintó en su rostro, pero pronto la sustituyó por una sonrisa.
-No recuerdo el bar, amor, pero sí recuerdo beber contigo. Y creo que yo... bebía.... alcohol industrial? Por qué haría yo eso??- se preguntó, curioso por su yo pasado.

Bec le dio una media sonrisa y se volteó, para no tener que mirarlo.
Se terminó de arremangar las mangas en silencio por unos momentos, para luego acercarse a la puerta y arrecostarse al marco mientras esperaba a su novio.
-No importa.- Dijo al final, tratando de darle una sonrisa y fallando. En realidad no quería hablar del tema, confirmar que no recordaba todo de él, de su amante. Bec sabía que parecía un niño, pero no podía evitarlo...simplemente dolía demasiado.
Extendió su mano cuando ya lo vio listo, para que la tomara y se fueran juntos.
-Vamos?- Dijo en un tono un poco más cariñoso.

Alec terminó de vestirse, reprimiendo un suspiro. No le gustaba ver a su Bec así, y menos aún sabiendo que era culpa de su memoria. Pero no podía forzar a los recuerdos, llegarían eventualmente, solos.
Qué tanto podía importar lo que había pasado antes? Es decir sí, el pasado tenía su importancia, pero vivían el presente. Que lo disfrutasen.
El relojero se arregló el cuello de la camisa y avanzó hacia su novio, tomando su mano con un gesto de cariño.
-Sí, vamos- consintió, empinándose un poco para darle un beso. -Quiero pasta, me antojé...-

Bec recibió el beso con gusto y, tomados de las manos, comenzó a caminar escaleras abajo.
-Se adonde ir. Tengo un amigo que es dueño de un restaurante por aquí.- Si, Bec conocía a casi todos, porque les había robado, habían sido compañeros de robo/fiestas, o porque había trabajado para ellos.

Luego de salir de la torre, y estar caminando por un rato mientras conversaban y coqueteaban entre ellos, llegaron a un lugar que estaba a unas 3 cuadras del mercado. Era un lugar sin muchas luces y sin mucho ruido, pero que dejaba salir un sentimiento de calidez. Tal vez era por sus paredes de madera y el color cobrizo con que estaban pintadas.
-Te parece este lugar?- Preguntó solo por tenerle respeto a la opinión de su novio, pero en realidad ya estaba empujando la puerta para entrar.

Desde pequeño (y ésto lo recordaba) Alec siempre había pensado que, para comer, debía uno estar tranquilo y en paz. Odiaba cuando lo apuraban en las mañanas o las noches para que terminase de una vez el plato. Así no podía disfrutar la comida!
Ahora, que tenía todo el tiempo del mundo, importaba el ambiente. Así que el lugar que sugería su novio era perfecto, y así se lo hizo saber mientras entraban.
-Vamos a esa mesa tras la columna- pidió, porque era más íntima y oscura. Más romántica.

Alec había empezado a llevar un diario nuevamente. Le parecía necesario porque, si es que volvía a perder la memoria, no quería que lo que estaba viviendo ahora se desvaneciera. Además le daba algo que hacer durante el día.

-Ah, perfecta.- Dijo, dirigiendose a la mesa e indicandole en el camino a un mesero que podía llevar el menú.
Se sentó en la redonda mesa luego que su novio se sentara y esperó al mesero.
Pero en vez del joven que había visto al entrar, se acercó una dulce joven, que traía el menú y lo dejó en la mesa.
-Hola señorita.- La saludó el francés. -No necesito ver el menú para saber que aquí todo es delicioso.-
-Gracias por su preferencia.- Contestó la muchacha.
-Puedes traerme una cerveza y una pierna de cordero? Umm...cual es tu nombre, cariño?- Le sonrió. (Lol Kohitsuji)
-Ah...Susanne.- Dijo algo avergonzada mientras apuntaba la orden en su libreta. Ese hombre tenía acento francés, lo cual es irresistible para cualquier mujer.
-Que hermoso.-
-Gracias, señor.-
-Puedes llamarme Bec.- Le guiñó un ojo descaradamente. La muchacha se rió y se volteó a Alec.
-Señor, usted necesita tiempo para decidir?- Preguntó, ocacionalmente volteando a mirar al otro hombre.

Alec observó en silencio y con algo de envidia la facilidad que su amado tenía con las mujeres. Y con los hombres, también. Le daba algo de celos, quizá, saber que de quererlo Bec podría conseguirse otro amante. Pero también sentía que no lo haría, talvez sólo por despecho si se peleaban mal, y el relojero no quería pensar en eso.
Cuando finalmente le dirigieron la palabra, le tomó unos segundos salir de su ensimismamiento. Ojeó la carta con atención, sonriendo al llegar a la sección de pastas, que era lo que quería.

-Una lasagna a la bolognesa, por favor, y una copa de vino... ah! Y pan al ajo- añadió tras un instante de duda.

La mesera esperó algo confundida por la orden y luego la escribió diligentemente en la libreta.
-En un momento les traeré su orden.-
Bec le sonrió nuevamente y la chica se retiró. Luego se volteó hacia su novio como si nada hubiera pasado.
-Bien, en que estábamos...? Ah si.- Se inclinó un poco y tomó la mano del otro en la suya, besándola ligeramente. -Me alegra que hayamos podido salir, amor. Necesitabamos una noche juntos.- Con su dedo pulgar acariciaba la suave piel de la mano. -También...tengo algo que decirte. No he encontrado el momento oportuno, pero creo que ahora es buen tiempo. Mira, yo...-
En lo que iba a decirlo, un hombre alto se aproximó a la mesa, con una sonrisa pícara, y saludó a su novio.
-Alec! Que coincidencia verte aqui, como estás?- Preguntó. Era un hombre bien parecido, alto, del mismo grueso que Bec. Su cabello corto y desordenado brillaba dorado en la luz del restaurante, el cual contrastaba bellamente con sus ojos color miel.
Volteó a ver al francés, quien no pudo evitar gruñir mientras le soltaba la mano a Alec.
-Dime, quien es? Es el amigo del que me cuentas siempre?-
"Del que le cuenta siempre?" Desde cuando Alec conocía a otros hombres que no fueran Bec?


(Es el masajista, Sean 8D)

El relojero le sonrió a su Bec, concentrando toda su atención en él. Sus palabras, sus gestos, la ligera aspereza de sus manos que sin embargo eran tan suaves con él... todo era bello, especial. Cómo lo amaba, y más en ese momento.
Pero no llegó a escuchar lo que iba a decirle, pues alguien los interrumpió en ese momento. Ya estaba Alec a punto de girarse enfadado a gritarle al inoportuno que se fuera, hasta que notó que se trataba de Sean y se lo perdonó. Él era así.

-Sí, es él. Es mi pareja- sonrió, dando la bienvenida a su amigo con un movimiento de la cabeza. -Decidimos salir precisamente hoy, es una noche tan bella, no podíamos pasarla dentro~-
Por unos instantes, Alec se preguntó si Sean se sentaría con ellos. Hasta que era capaz.

-Oh~ Tu pareja?- Sean no se iba a quedar mucho, pero si que se iba a divertir. -Pero pensé que yo era tu pareja, Alec~- Al decir esto, Sean se inclinó al relojero y le pasó un brazo por los hombros, acercándose hacia su oído y susurrándole suficientemente fuerte como para que el otro lo oyera.
-De todas maneras, nos vemos mañana en la mañana, en tu habitación, como siempre...- Sean se volteó con una sonrisa maliciosa hacia Bec, mirando como el mecánico lo miraba impacible, pero con un curioso color rojo tomate subiendole a la cara.
-Fue un gusto verte.- Se separó del otro hombre y dio media vuelta triunfante. Su trabajo estaba hecho. Ahora habria que disfrutar de la función desde lejos.
Bec apoyó sus codos en la mesa, entrelazando sus dedos y mirando a Alec seriamente, pero sin signos de enojo...Aunque cada vez se ponía más rojo.
Cuando el francés estuvo apunto de abrir su boca, llegó la chica con la comida en una bandeja.
-Aquí está su orden...- Al principio trató de ser alegre pero la tensión en el aire era tan espesa que se podía cortar con cuchillo. Silenciosamente puso las cosas en la mesa y se retiró. Bec tomó la jarra de cerveza y bebió casi la mitad, sin dejar de mirar a su novio.


(Ahora si, papá.)

-Sean!!- reprochó Alec alarmado, dándole un leve golpe a su masajista. Qué creía que estaba haciendo? Aún así, asintió con una leve sonrisa cuando marcaron la próxima cita. Y ya era hora, que estaba empezando a sentir cierto dolor en los hombros.
Llevar partes mecánicas era un gran estrés para los músculos. De vez en cuando, los que tenían ésta característica debían hacerse mantenimiento tanto del cuerpo metálico como del real. Si no, se podían sufrir serias lesiones internas.

El relojero volteó hacia su novio, con una sonrisa de disculpa, y agradeció con un gesto a la mesera que dejaba la comida.
-Lo siento por eso, cariño. Sean es un buen amigo, pero realmente no sabe cuándo callarse...-

-Ugh, como sea.- Ya lo habia puesto de mal humor...estúpido amante de Alec. Asi es, estaba seguro que Alec lo estaba engañando con ese idiota, pero no queria enojarse. Es más, no lo haría....porque tenía un plan.

Tomó su tenedor y comenzó a comer sin mirar a su novio. Tampoco es que le reiría la gracia.
-Comemos y nos vamos a casa, Alec.- Ya con esto se le había acabado la paciencia para las cosas nerd que Alec quería hacer luego...Aunque tal vez si le rogaba con esos ojos dulces de él, iría...No! No iría! Lo estaba engañando vilmente!
-Y mañana me iré de viaje unos días.- Mintió. Era para que se confiara y agarrarlo con las manos en la masa.

Oh, ahora Bec estaba enojado. Alec podía verlo. Lo hacía sentir algo culpable, haber arruinado un día que empezaba tan bien, pero lo mejor que podía hacer era no tocar el área sensible. Y volver a casa, dormir, estar tranquilos.
Asintió y empezó a comer tranquilamente. Al menos hasta que le dijo lo del viaje. Entonces levantó la vista y lo miró, algo asustado la verdad.
-Te vas? A dónde?- preguntó, con tono un poco triste.

"No! No te dejes llevar por esos ojos!" Se dijo, volteando la mirada a su jarra de cerveza.
-Lejos. No importa donde. Sólo tienes que saber que me duraré algún tiempo, no se cuanto.- Sabía que estaba siendo injusto pero en realidad lo hería el pensamiento que su bello, lindo y sexy Alec lo estuviera engañando con ese mequetrefe.
Quería tirar la mesa y tirar los platos por todas partes, pero si lo hacía, de seguro le tocaría pagar por los daños, asi que mejor se quedaria tranquilo hasta llegar a casa.
-Te odio, Alec...- Dijo en un susurro. En realidad era que estaba muy molesto como para decir "te amo".

-Bueno...- concedió Alec, sin sentir deseos de pelear, y se concentró en la comida. A veces Bec tenía giros de ánimo así, y lo entristecía y confundía no poder solucionarlos por sí mismo.
-Supongo que en lo que te espero puedo aprovechar a ver lo de la tienda- pensó algo en voz alta, pues ya tenía en mente un local bien ubicado que podía adquirir a un precio razonable. Y, ya con media mercancía lista, el negocio estaba para arrancar.
No era momento para contemplar opciones de negocios, pero le había parecido escuchar algo de parte de Bec y no quería detenerse a comprobar qué era.

-Hmmm...- De verdad estaba curioso por saber donde era ese local del que hablaba, pero tenía que recordar que estaba enojado con Alec y no podía preguntar.

Al final Bec no dijo ni una palabra en el transcurso de la velada. Medio comió de su plato y tomó dos jarras de cerveza. Ahora solo estaba esperando a que su novio terminara para poder irse a casa y dormir. Mañana llevaría a cabo su plan maestro y descubría la fechoría de su novio. Le armaría una grande, aunque sabía que al final lo terminaría perdonando y seguirían sus vidas como siempre (claro sin antes romperle la cara al desgraciado ese de Sean).

A pesar de estar preocupado, Alec no perdió el apetito. Últimamente era como si sintiera hambre (que no la sentía). El gusto delicioso de la comida le encantaba. Era raro, pero los nervios sintéticos le devolvían algo de esas ganas de comer.

Terminó su comida en poco tiempo y, tras apartar el plato de sí con satisfacción, miró a Bec cautelosamente. Como analizando el territorio. Aún se veía molesto.
-Gracias, estaba delicioso- le sonrió a pesar de todo.

Bec no respondió. Solo se levantó, sacó unas cuantas monedas de su saquito de cuero (si, me encantan los saquitos de cuero con dinero) y las dejó en la mesa de un golpe.
-Vamos.- Murmuró, dándole una media sonrisa a la mesera mientras se dirigía hacia la puerta sin mirar si su novio lo seguía. Salió a la calle con la misma cara de enojo y comenzó a caminar con dirección a la torre.
"Estúpido Alec con sus estúpidos amantes que me hacen enojar. Quiero creer que me ama, pero se que mañana voy a encontrarme con algo que no quiero." Pensaba con amargura. "Aunque...debería tener más confianza en él. Debería confiar en él y no armarle un problema cada vez que estoy celoso..."
-Idiota...- Se llamó a si mismo, imaginando el semerendo golpe que Alec le daría si supiera que sospechaba de él...justo como en la mañana o muchos otros días.

El relojero se aseguró de que el dinero estuviera completo, agradeció amablemente a la mesera y salió tras su novio en silencio. Caminó unos pasos atrás, por no molestarlo. Para distraerse del ambiente, empezó a planear cómo organizaría los estantes.
Primero, abajo, los juguetes. Los niños rara vez eran altos y por eso era bueno poner sus cosas en las estanterías bajas. Tras vidrio o sin vidrio....? Sin vidrio sería mejor. Debía mostrar confianza a sus clientes.
Las estanterías altas serían para máquinas de toda clase: máquinas de escribir, de lavar, gramófonos, intercomunicadores... Probablemente también guantes de cuero, goggles con aumento, cosas por el estilo.
Cómo iba a llamarse la tienda...? No sabía. Sólo pondría un letrero con juguetes y herramientas pintados ahí afuera.

Pensando en esas cosas, llegaron a la casa. Alec se adelantó a abrir la verja, que ahora estaba reparada y pintada.
No recordaba si eso lo había hecho Gene.

Bec se dio prisa en entrar hacia la puerta principal y abrirla. (Digamos que tambien tenia llave, idk)
Subió las escaleras a oscuras, ya que no tenia animos de encender nada. Para que? Si de todas maneras quería dormir.
Subió y subió hacia el úitimo piso donde estaba la habitación. Se quitó la ropa y la dejó desordenada en el suelo, luego se metió al baño a lavarse los dientes y hacer más berrinche interno.
Cuando acabó, salió de nuevo y se tiró en la cama sin mirar si Alec estaba o no. Queria tratarlo friamente para que supiera en lo que se metia si mañana lo encontraba con ese hombre.
-Buenas noches.- Dijo cortante, cerrando los ojos y haciendo que dormía, aunque sabía que no iba a poder consiliar el sueño.

-Buenas noches- respondió suavemente y con tristeza el relojero, que lejos de poder dormir se sentaba en el escritorio de la habitación. Cómo le dolía cuando su Bec se ponía así.
Pero no había mucho que se pudiera hacer, no? Cambiar su carácter? No sería el mismo. Ni hablar. Con defectos y todo, con esas pequeñas cosas que no cuadran del todo, con sus costumbres algo rudas, así le gustaba Bec: apasionado, confiado, valiente, terriblemente sensual. Cuando quería, eso sí.
Horas más tarde, cuando terminó de trabajar en sus planos y ya la luna estaba alta, Alec bajó al baño y abrió la llave del agua. Relajándose en el vapor de su tina, decidió no darle más vueltas al asunto... Y dormir de todas maneras en la misma cama. Nada resolvía ir a pasar la noche en otra habitación.

(Pues que? XD Va al dia siguiente? Bueno, salados, aqui voy)

En algun momento de la noche, sin darse cuenta, Bec cayó en un profundo sueño. Cuando despertó, fue por el infernal timbre de un aparatito despertador que él mismo había programado anoche. Su plan comenzaba con levantarse temprano y hacer que se iba en un viaje.
Pues, se sentó en la cama y notó a su novio en la otra parte. Le extrañó, ya que pensó que seguro, con el mal humor que se traia, iba a dormir en la habitacion de abajo. Bueno, en fin...
Se desperezó y se levantó, metiendose al baño sin preparar nada más. Allí, en la tina, se duró su buen tiempo y luego tomó una toalla para el cabello y salió desnudo al cuarto. (Solo porque si XD) El agua le goteaba por todo el cuerpo, más moreno que el de Alec. Su cabello negro, ahora sin trenzas y sin avalorios, caia en cascada sobre sus hombros, esperando a secarse.
-Haaa...- Suspiró. El agua caliente siempre lo aliviaba y le daba tiempo para pensar. A lo mejor estaba siendo irracional con todo este asunto...pero bueno, de todas maneras seguiría con su plan.

Los sueños de Alec tenían el tinte confuso de aquellos perturbados por el metal en su cuerpo. Las piezas en uno de sus ojos hacían que viera colores terriblemente brillantes que se mezclaban, se diluían... Tenía esos sueños de vez en cuando, y le servían de aviso para saber que debía hacer mantenimiento.
Un ruido lo hizo despertar en la mañana, pero no quizo moverse de la cama. Se quedó quieto, respirando calmado, fingiendo que dormía y sintiendo que Bec se levantaba de su lado. Se preguntó si sería eso, que estaba tan molesto como para irse sin decir adiós.
Pero Alec no iba a ser el que corriera detrás.
Se sorprendió un poco, sin embargo, cuando lo sintió regresar. Tanto que decidió abrir los ojos y se encontró con el mecánico en toda su gloria. Qué hermosa manera de comenzar el día. Alec podía levantarse y llevarlo a la cama en ese instante, pero no era lo más sabio dadas las circunstancias.
Así que el relojero ignoró los impulsos de su cuerpo y saludó con un adormilado "buenos días".

Bec escuchó el saludo de su novio y le dio media sonrisa, estando de mejor humor despues de haber dormido.
-Buenos días.- Siendo cualquier otro día, se habría acercado a la cama para comerlo a besos. Pero esta vez no.
Simplemente se puso la toalla alrededor de los hombros mientras buscaba ropa limpia del cajón que Alec le había dado para guardar su propia ropa.
Escogió una camisa negra de manga larga y unos pantalones de corte alto junto con sus usuales botas. Pero en vez de arreglarla dentro del pantalón, dejó las faldas afuera ya que no estaba en animos de verse presentable.
-Alec, tardaré más de una semana creo.- Habló por fin cuando sacó su bolsa y comenzó a empazar algo de ropa y dinero para que Alec pudiera ver que si se iba. Lo hizo rápidamente y luego se colgó la bolsa al hombro.
-No me esperes.- Se acercó hacia donde estaba y le plantó un beso en la cabeza. -Y...- Suspiró y esperó unos segundos. -Y recuerda que te amo más que cualquier otra cosa.- No queria irse aunque fuera un acto. Se habia tardado en encontrarlo y ahora temía perderlo de nuevo.

El relojero se sentó en la cama, frotándose los ojos, y observó lo que su novio metía en la bolsa de viaje. Sería suficiente eso, para una semana? Conociendo a Bec, hasta que era capaz de usar la misma ropa dos días seguidos. Ew. Bueno, qué se le iba a hacer. Si igual se ensuciaba en el trabajo, o no?
-De todas maneras te voy a esperar- replicó con una sonrisa, irguiéndose un poco y dándole un beso en respuesta.
-También te amo, Bec. Cuídate, sea lo que sea que estés haciendo- le pidió.

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Desde el baño de un bar a quince calles de ahí, Gene bajó sus binoculares con franca indignación.
Pero qué se creía ese Sean (o algo así se llamaba el tipo?) para andarse metiendo en la preciosa vida romántica de su ratoncito gris. El genio meditó largamente sobre si debía o no enseñarle un par de cosas al masajista, pero su pato le recomendó no hacerlo.
-Cuac- le dijo, con acento francés, el patito que nadaba en el lavamanos.
-Es verdad- concedió Gene. -Hay que ver cómo maneja Bec la situación. Porque, si no puede con un simple problema como éste, cómo le vamos a confiar a Alecsito? Ohnonononono. Ni hablar del peluquín.-
Gene cogió sus cosas y salió del baño a hacer el mercado, limpiando su mente del tema con una sonrisa tranquila.

(he watches you sleeeeeep)